Doña Letizia y las aguas de octubre

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estaba claro que existía una interconexión galáctica entre la sequía y el tiempo de espera de la Princesa de Asturias. Ha sido dilatar Letizia Ortiz y por primera vez se ha recuperado el nivel de los pantanos después de cinco meses en los que los sapos han cantado flamenco.
No descartemos también que Maragall haya contribuido, con su exótica manera de ver la política, a que Letizia Ortiz haya roto aguas. Maragall es un personaje de entender salvo que seas un experto en los libros de Konrad Lorenz.

Los médicos recomiendan para estos casos grandes dosis de calma, (la calma se encuentra más fácil que una vacuna contra la gripe aviar). Por lo tanto lo que tiene que hacer la princesa es no ver la tele, aunque le cueste, no leer un periódico, no sintonizar una radio y no mirar internet. Y darse de baja unos cuantos días del oficio de español que es un asunto muy cainita, vecinal, provinciano, cansino, previsible, roñoso? que devora a las personas. Cincuenta años después de la muerte de Ortega, España sigue invertebrada, dolorida y parturienta.

Un ejército con micrófonos y cámaras en ristre no están dispuestos a dejarle en paz. Si por ellos fuera se meterían en el paritorio y alguno narraría la escena como si fuera un partido de fútbol.

Hay excesos de atenciones que si no matan, al menos joroban.

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