Almirante Gallardón

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimado alcalde de Madrid: consultados los parientes de Gravina, Churruca y Alcalá Galiano, (todos ellos héroes de la marina española a pesar de Nelson), coinciden en que si te dan una medalla que sea la de la Gran Cruz al Mérito Naval. Más que nada porque es la única que tiene bandera española y bien visible. Desde luego que hay otras mejores en rango pero ninguna tan llamativa como ésta. Y ya si se la entrega el ministro Bono, ¡para qué decirle!, un éxito naval comparable con la acción heroica, y arriesgada, del almirante Cervera cuando dio la orden de partir del puerto de Santiago de Cuba hacia el mismo epicentro del desastre del 98. Perdidos los barcos nos queda la honra, un almirante lo es aún remando en una chalupa por el lago de la Casa de Campo. Almirante de Madrid es un cargo poético: sin mar, sin olas, sin el acompañamiento de las gaviotas. Aquí no hay playa pero ese hecho tan nimio no nos priva de sentir la mar como cosa propia.
Trafalgar doscientos años después, ¿la patria está en peligro?, no parece que el inglés aceche, muy al contrario lo hemos adoptado en nuestro lenguaje de la música pop y rock. El sentimiento español lo describe muy bien Pérez-Reverte en el último libro dedicado a aquella batalla que se libró frente a las costas de Cádiz, entre la niebla, el miedo, la sangre y el salitre. Ni el viento estuvo a favor en una mañana que más tarde elevó a categoría de hecho heroico don Benito Pérez Galdós. Pero con ese viento y con las naves medio cojas hemos ido tirando hasta la fecha sin mayores problemas. Por lo tanto pensemos que le han concedido la condecoración por los méritos de enterrar el río Manzanares bajo la nueva M-30. La súper tuneladora alemana es un navío en tierra seca, una maquinaria prodigiosa que se adentra por las tripas de Madrid.
Almirante es un cargo noble, de lo más vistoso. A partir de ahora se puede sentir compañero de medalla con Paco Vázquez, aunque el alcalde de La Coruña que juega con ventaja ya que tiene la playa dentro de su municipio. Por todos los santos que no se le ponga a usted, entre ceja y ceja, crear una playa en Madrid porque tendría que anegar parte de Valencia, Cuenca y Guadalajara. Créame que esas obras serían terribles.
Bono le premia por el buen rollito personal, e institucional, que hay entre los dos. Por ejemplo la operación Campamento y también el trasvase de soldados a la policía municipal. Bono es un sentimental, un español que no lo niega. Uno de los suyos, señor alcalde, no lo dude.

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