Días de gloria

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimado alcalde Gallardón… Dicen que hoy no ha acudido en coche oficial al despacho, ni en moto, sino portado por una corte angelical todos ellos cantando seráficas canciones por la calle Mayor (algún agnóstico se acongojó por la falta de costumbre). Ha descubierto lo que quería decir Serrat en su letra de vez en cuando la vida te da un beso en la boca. Que un juez le dé la razón sobre el asunto de la M-30 es doblemente placentero para usted: primero porque no la buscaba y después porque deja a la oposición sin aire; a partir de este momento, o se unen al proyecto, o se suman al ridículo, no hay más donde elegir. Podrán ir a Estrasburgo, a Bruselas, a Guantánamo o a la costa Maya, pero en todo caso de vacaciones: contra la sentencia no tienen mucho que rascar.Además, se apoya en un dictamen del Consejo de Estado, y lo que es mejor para sus intereses: en la razón común, que es como se ensamblan los muebles centenarios y las leyes longevas. Por lo tanto, lo de Kobe Bryant en la NBA comparado con lo suyo no es nada (una fruslería carmesí, un roce de alita de pollo en la tripa de un dragón). ¡Mucho mejor que meter 81 puntos frente a Toronto es ganar el partido antes de calentar la banda!
Dice el tribunal que la M-30 es una vía urbana, y los argumentos parten de la lógica pelotera: si a los lados hay casas, se circula a velocidad limitada, conecta la ciudad en varios puntos y en algunos tramos hay semáforos ¿Qué es? No hace falta ser el juez Salomón para tener una idea clara sobre el caso. Los vecinos de Puerta de Hierro que presentaron el recurso no tenían idea del favor que le iban a hacer; además, la queja no viene del atascado sur sino de una de las partes ricas de la ciudad. Por lo tanto, la tuneladora avanza cargada de razones y de moral.Antes de llegar al otro lado ya le ofrece una panorámica muy espléndida del final del túnel. Tampoco saque pecho y se venga arriba, como se dice en argot taurino: obras sí pero no más de las necesarias. Y, en todo caso, sea generoso con los vencidos, en adelante llamados los convencidos.

Está claro que a partir de este momento no todo en Madrid es cavar y cantar. Ahora, estimado alcalde, le queda cumplir con los plazos para el año que viene darse una vuelta por las inauguraciones.Pero el verdadero clamor popular no lo tendrá ese día sino hoy, cuando al alzar la sentencia con las dos manos, pueda decir ¡oé, oé! No importa mucho si el despacho está lleno o vacío, estoy convencido de que su alegría desborda un estadio.

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