Monumento histórico

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Estimada señora Stone, doña Charo: «¡madre mía del amor hermoso, viva Pennsylvania!», que le traduzca su representante la expresión que ha acuñado el colectivo de supervivientes de la quinta del 92, (cuando lo del AVE y el estreno de su peli Instinto Básico). Salía usted de su hotel camino de la Gran Vía y hasta Neptuno giró la cabeza para presenciar tan magno espectáculo que desmiente que con la edad los cuerpos vayan a pique; eso puede que valga para Juanito Navarro y otros, pero en su caso no hay quién le quite el título de gran dama del morbo, reina del calentón intelectual.Tengo amigos que cayeron en el estrabismo por culpa de repasar cien veces mil la famosa imagen en la que usted cruzaba piernas como el que pasa página de un códice medieval; paraban el vídeo, querían cazar el truco. Ni Juan Tamariz se habría atrevido a tanto, su escena le supera en magia de cerca. En el fondo no había nada pero ya sabe usted el vértigo que da la oscuridad del abismo, uno se asoma hasta que cae del todo y se enfanga.La mejor manera de vencer un vicio sigue siendo caer en él.
Madura pero estupenda a esa edad en la que según Carmen Alborch las mujeres se vuelven invisibles, (los hombres también salvo casos de amor a primera visa). Sabe usted que para resultar peligrosa no hace falta saber de artes marciales, en su caso las armas de destrucción masiva son un par de piernas que dieron la vuelta a un mundo pacato y reprimido. No es de extrañar la cara bobo de Michael Douglas en aquella escena en la que nadie hubiera sido capaz de pedirle que apagara el pitillo. Y no es que Instinto Básico sea recordada por el argumento, más bien lo fue por el movimiento. Es como si Gilda se hubiera quitado todo menos los guantes, como si Grace Kelly abre la ventana indiscreta y Hitchcock sobrevive para contarlo.

Gozoso regreso el suyo que concilia a varias generaciones, los más jóvenes tienen acceso a un monumento histórico carnal.

Algún día la UNESCO tendrá que crear esa categoría en la que le incluimos de grato acuerdo y donde también debería figurar nuestra también Charo López, que no le pisó la idea de la silla antes porque nuestro cine de destape era otro. Pero sensuales y rotundas son las dos. Esperemos haya disfrutado de su estancia en Madrid que para nosotros ha sido un placer (no se imagina cuánto), pero si admite consejo no haga la tercera parte. Llega un momento en el que el hacer de karateka erótico lejos de provocar deseo produce enfriamiento.

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