Alonso y la extraña familia

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Ni el piloto español es Edipo, ni Briatore es Layo (el padre), por lo tanto Fernando Alonso no está obligado a matarlo como decía Freud, que era lo conveniente para alcanzar la madurez.Briatore es más que un rico, un mecenas, un vividor o un gurú de la vida sin freno. Se le recuerda por la pasarela que hizo en la boda de Ana Aznar acompañado de Heidi Klum sobre cuyos hombros flotaban las tiras de un traje vaporoso, bendito espejismo renacentista, y él con la mirada de un crupier manco. A Briatore (al que se le ha puesto cara de mascarón de proa de tanto Martini en el yate), le hubiese gustado que Fernando fuera a su imagen y golfanza, pero el chico tiene ideas propias y ganas de hacer carrera con otra escudería.

Hasta el momento Briatore era el gran hipermecado donde el piloto encontraba abrazos, juergas, ofertas de temporada, preparación física, descanso en su granja africana, momentos Klum, consejos paternales y una familia artificial que es al amor lo que una muñeca hinchable a los monólogos. Luego descubrió que fuera del hiper Briatore había vida inteligente, amor, triunfo y una chica que le canta al oído siempre la misma canción. Todo lo que sea monopolio, también en materia afectiva, es tristeza asegurada.

Qué duda cabe de que el director deportivo de Renault sabe un montón de la vida muelle, es un gran coleccionista de amantes y lujos con carné de James Bond. De manera continua se dedica a desmentir a Gracián, que dejó escrito que la pena de la vida es que tuviera más días que placeres; en su caso no es así, tiene instalados grifos de champán-ciudad para que cualquier punto de la mansión sea una fiesta. Pero le falla el verbo y se sale fuera de las curvas (carnales) con la metáfora. En Australia ha dicho que «Naomi Campbell es más difícil de llevar que Fernando Alonso, a él le controlo a nivel profesional pero con ella tomaba ciertas decisiones emocionales».

Para un jockey todas las grupas llevan prisa, da a entender Briatore, como si Naomi fuera otro vehículo más diseñado para su éxito personal. Quizá eso explique su constante cambio de pareja, en realidad lo hace por renovar carrocerías y adaptarse a la estética del viento. Aplicado a personas es algo rancio, sobre todo cuando tiene edad de haber cortejado a Sara Montiel cuando rodaba en México con trenzas de india. Es posible que Fernando Alonso por los circuitos, más que correr, lo que haga sea huir de Briatore, aunque para su desgracia papá siempre está en el mismo sitio cuando la noria de los caballitos deja de dar vueltas. Por un simple cálculo de edad, Alonso tiene más capacidad de empezar una nueva vida, Briatore debe andar por sus últimas vueltas y entrando en boxes para reparar goteras. El asturiano se ha dado cuenta a tiempo de que o giraba el volante en otra dirección o terminaba como trofeo de caza en la finca africana, junto al traje de Heidi, un molde al vacío de las piernas de la Campbell y la colección de fotos de la extraña familia. Una cosa es que asuma su papel de conductor de cuádrigas y otra que pierda la personalidad en beneficio del patrón. Con cuatro ruedas se va muy deprisa pero con un cerebro independiente se llega mucho más lejos.

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