El mono

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

El mono siempre ha sido más listo que el hombre, de hecho es el hombre es que se levanta temprano para ir al trabajo y el simio el que se rasca el ombligo tumbado en una rama. Al mono sólo le falta para ser perfecto un cursillo de buenos modales impartido por una marquesa como las que dibujaba Serafín en ?La Codorniz?.
Por lo tanto no sé por qué quieren equipararlo con nosotros que somos mamíferos superiores para las obligaciones pero animales de pacotilla para la diversión. Y cuando terminen con los monos que sigan con los derechos de las nécoras que siempre han trabajado para mejorar nuestra gastronomía, (y sin citar a los cerdos que tanto se nos parecen en materia orgánica y tan buenos bocadillos nos proporcionan).
La fábula de Samaniego en versión Zapatero es un canto idílico a los simios, como si no hubiera en nuestra sociedad orangutanes, chimpancés y macacos suficientes; feo está señalar pero si nos ponemos entre usted y yo seguro que sacamos unos cuantos nombres.
Pero los monos prefieren la jaula del zoo antes que un minipiso de Trujillo, prefieren sus columpios antes que pagar impuestos, y sin duda que están por la labor de seguir felices con sus morros achatados y la pirindola fuera. Con permiso de Darwin la especie más evolucionada no es siempre la mejor, que se lo digan al resto de animales que viven sin conciencia pero felices, si no fuera por la acción del hombre. A los monos no les gusta ser personas porque dicen que se liga menos y les aprieta la corbata.

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