Autores en libertad

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Todos los años, por estas fechas, el jardín del Retiro se llena de escritores metidos en cubiletes con sombrilla que esperan con un bolígrafo en la mano a que alguien les reconozca. Hay entre ellos una competición comercial, que en el fondo es freudiana, que consiste en mirarse la cola para ver quién triunfa más y a quién le piden mayor número de autógrafos.
Tampoco es casualidad que los sitúen cerca de la antigua casa de fieras, donde todos los días había rancho de carne cruda y jirones de piel. Los escritores en el Retiro son un ecosistema de poetas jilgueros, novelistas pachones, articulistas de bisturí, políticos con biografía cosida como si fuera una estatua y autores de libros guerrilleros que firman como el que dispara palabras detrás de una trinchera.

A juzgar por las imágenes, es tal la devoción que parece una romería progre, como si en España se leyera más que en ninguna parte, (los autores ya se conformarían con que se leyera tan sólo lo que se publica). Entre chicos en bicicleta, polvo, curiosos, familiares y allegados, hay más gente que en La Meca para darle la vuelta a la piedra negra.

Un cierto tumulto que llena de cabezas la arboleda y se altera cuando por megafonía dicen que han encontrado un niño, será porque recuerda a cuando se le perdió Chencho al abuelo Martínez Soria.Incluso sería hasta posible que muchos acudieran a ver cómo son los que salen en la tele, y decirle lo que les siguen en casa mientras pasa la mañana, porque tiran más dos caretas que dos hemerotecas. Este espectáculo entre lo literario y el music-hall altera el bioclima, es tal concentración de vanidad y ego que influye en las isobaras de Paco Montesdeoca; por eso no hay Feria del Libro sin truenos, sin lluvia o con cualquier otro fenómeno meteorológico de gran tronío. El Sumo Creador se mosquea cuando le hacen la competencia (este año tocan polillas que son las mariposas sin graduación).

Si por las editoriales fuera, revivían al propio Cervantes y le ponían un chiringuito para que despachara autógrafos a una mano y respondiera a las preguntas de carril de reporteros intrépidos.Hubiera sido mundial una firma mancomunada de Sabina con Quevedo, tirando los dos de metáfora para desarmar conciencias y rendirle tributo al sexo como rey de la creación (también literaria).Como también sería magnífico que los personajes pudieran salir de los cuentos y de los tebeos; el capitán Trueno y dos bucaneros tras la pista de la princesa cautiva en el lago.

El momentazo de este año será cuando Angel Antonio Herrera firme su poemario, o lo que es igual: toda una vida dedicada a la persecución del tropo, sin importarle alargar la cacería a la noche, cuando riegan las calles, los últimos insurrectos buscan taxi y él se lleva la musa a dormir a casa de la mano y sin rechistar.

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