Magullados y escayolados

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Si fuera traumatólogo nunca cogería las vacaciones en agosto. Llega el verano y al personal le entra la imperiosa necesidad de practicar todo el ejercicio que han evitado en invierno. Un vecino de costa pero urbanita de oficio, un costanita, decidió emular los saltos olímpicos sin tener en cuenta que nadie salta con chanclas y sobre césped húmedo. Quería batir un récord de urbanización y ha batido el récord de escayola de la Costa del Sol puesto que al caer se chascó cúbito, radio y gafas, (eso último le dolió más porque el urbanita sin gafas es como un pollo sin plumas).
Entre terribles estertores de alto cargo humillado se lo llevaron al Hospital Carlos Haya de Málaga, donde dice Antonio Romero que los rojos de verdad no deberían entrar porque era un aviador franquista, pero cuando uno lleva urgencias no está para reparar en el árbol genealógico. Tampoco el médico le preguntó si había pertenecido a alguna organización de aquéllas que fomentaban el llamado espíritu nacional, porque habría dado positivo en el control de franquismo y nostalgias. Le quedará una escayola generosa como las que adornan las iglesias góticas de Baviera para el resto del verano, y ese picor morboso de no poder rascarte cuando algo pica. Al magullado costanita, ahora mezcla de costalada y urbanita, se le han quitado las ganas de emular a los atletas olímpicos, pero la inconsciencia pasa el testigo a otros alocados, por eso no se agotan nunca las existencias de escayola en la costa.

El deporte ocasional provoca más bajas que una plaga de ladillas en una compañía de tropas expedicionarias, y sin embargo se practica con locura ininterrumpida, o lo que es lo mismo con la alegría que da el desconocimiento. Una cucaña mezclada con sangría te hace perder todos los puntos del carné de la salud de golpe, lo que no se cura es el bochorno.

Entre los clásicos del deporte en verano está Arenas, que todos los años retrata Rigalt en San Pedro de Alcántara, en el torneo de pádel que organiza J.C. de Salamanca. Pasan los michelines y Arenas mantiene una muñeca de hierro que a veces convierte en tobillo de plomo; la semana pasada hizo un saque de honor en el campo del Málaga. Se entiende que para llevar la organización interna de un partido hay que dar mandobles y estar en buena forma. Nunca se sabe qué alcalde te puede salir díscolo y, en ese caso, le tienes que enviar una nota para que se acerque a la red y desde allí machacar un pase al fondo.

Los demás a paso corto, casi de Chiquito, y a mirar bien por dónde pisas. No vaya a ser que por culpa de un entusiasmo momentáneo nos aplastemos el colodrillo.

Compartir:

Etiquetas: ,

Deja una respuesta

*