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Descontento y bronca

diciembre 17th, 2013 - COLPISA/ VOCENTO - Sin comentarios

(“Las Provincias“/VOCENTO. Martes 17 de diciembre 2013)

Contra el descontento ciudadano no se puede legislar porque la libertad de expresión es parte de la democracia, contra la bronca si se puede legislar y para eso tenemos el Código Penal que tipifica delitos y establece penas. La diferencia entre descontento y bronca se comprueba cada vez que se monta una concentración pacífica alrededor del Congreso que luego acaba mal porque un grupo reducido confunde expresión con agresión a la policía. Este fin de semana lo hemos vuelto a ver en Madrid dónde se ha establecido como consigna que aquello que bien empieza ha de acabar mal. Eso sí, haría peor el Gobierno en tomar por agitadores de la bronca a todos los que salen a quejarse por el legítimo descontento.
Cuando comenzó la costumbre de rodear el Congreso recuerdo que el entonces presidente, José Bono, le decía a mi buen amigo Félix Madero en una entrevista en Punto Radio que él lo tenía muy claro, había dado órdenes estrictas a la policía para que el caso de que se acercara la protesta. Decía Bono en un tono casi imitando a López Vázquez: “¡caaarguen!” Eso quería decir que se aplicara con la porra todo el peso de la legalidad a quienes pretendieran subirse a los leones de La Carrera de San Jerónimo. No pedía Bono una Ley específica contra los manifestantes insurrectos si no que se ejerciera la legalidad vigente con la contundencia necesaria, algo que olvidamos a menudo porque la noticia es reformar la ley, no aplicarla.
Este fin de semana fue el aniversario de los fusilamientos de Jaca que acabaron con la vida del capitán Fermín Galán autor de “La Barbarie Organizada”, un libro magnífico que escribió durante su etapa de oficial en El Tercio en Marruecos en los años veinte. En sus páginas Galán narraba con todo lujo de detalle como nosotros “los organizados” fuimos a África a ordenar “la barbarie” pero acabamos siendo mas brutos que las cabilas a las que teníamos que dominar con diplomacia y mano izquierda. Sería una torpeza infinita que ochenta y tres años después de fusilado el capitán Galán siguiéramos confundiendo a la barbarie con la mayoría instalada en el descontento.
No hace falta ser Cayo Lara que ha responsabilizado al Gobierno de los futuros altercados que se produzcan debidos al descontento, es fácil adivinar que en los próximos meses el nivel de cabreo general subirá en el termómetro de la ciudadanía. Pero el Gobierno en lugar de tirar de Código Penal y castigar a los que provoquen daños y desmanes lo que hace es acuñar una nueva Ley que sirve de mordaza colectiva. La experiencia nos dice que el descontento es como el cauce de un río: no se puede cortar porque buscaría otros lugares para seguir fluyendo. El descontento es una expresión de la calle y como tal ruidosa y legítima, la algarada es otra cosa muy distinta. Callar el descontento sería tan absurdo como legislar que los cohetes se tiren sin hacer ruido, con sordina que viene de sordo.

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