(“EL BOLETIN“, miércoles 19 de diciembre 2012)
Entre calendarios mayas, sorteo de Lotería, previsiones del FMI y ajustes del Gobierno lo que mas se vende estos días son las patas de conejo para la buena suerte. El personal está bastante mosqueado con las señales del cielo, estos días de niebla dejan a Madrid como el espacio ideal dónde los mayas pueden derramar su profecía. Y si nos escapamos de los mayas caeremos en la prolongación de la edad de jubilación, vaya usted a saber si no terminan adelantando la edad laboral para que los niños de Dickens vuelvan a trabajar en las minas.
Una pata de conejo es muy útil cuando habla De Guindos, casi tanto como tener un traductor simultáneo a mano. A medida que avanza la crisis a De Guindos se le va cerrando el acento de pijo de Serrano “rive gauche”. Eso no va a ser por ninguna profecía si no porque no podemos negar nuestros orígenes. De Guindos con unos pantalones de colores hubiera quedado estupendo en el anuncio de Campofrío, también Montoro que tiene una parte cómica aún por explotar. El anuncio es triste como pasodoble tocado por orquesta de tambores remendados, pero es la mejor fotografía que nos han hecho en mucho tiempo. Icíar Bollaín lo ha captado a la perfección, sólo faltaba el gaznápiro de Urdangarín huyendo por el parque de cualquier cosa. Hace tiempo que el duque de Palma se puso trotón y no le vamos a negar ese capricho.
Puede que el mundo no se acabe pero será mas pequeño, mas sucio, mas caro y mas corrupto. Es lo que pasa por dejar el mundo al alcance de sus dirigentes, al final reaparece Berlusconi y entonces te dan ganas de que los mayas acertaran y esto se fuera al garete, quizá partiendo desde la nada podamos construir algo mucho mejor aunque no tenga WIFI y nos quedemos sin ver la final de “La Voz” que dicho sea de paso me da exactamente igual.
La pata de conejo se mete en un bolsillo y protege de no pocos males. Si el conejo fue cazado por Díaz Ferrán entonces mucho mejor, será un conejo con certificado de noble estirpe.
Siempre hemos sido tierra de conejos, Hispania, ya desde Catón y Plinio el Viejo.
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