Entradas etiquetadas como ‘testigo impertinente’


Triste y sola (crónica de Marbella de Carmen Rigalt)

agosto 10th, 2006 - Rafa en la prensa - Sin comentarios

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Sólo llevo tres días en Marbella, pero dentro de mí se ha instalado una sensación de perplejidad que ya no me abandonará en todo el verano. Es como si asistiera al fin de una época. Marbella agoniza y la gente se marcha sacudiéndose el polvo de los zapatos. Huyen las ratas, y a lo lejos suena un eco que se estrella contra el canto del muecín: ¡maricón el último! Esto se contagia. Hoy me he levantado dispuesta a comprar información para ilustrar la decadencia. Aviso: 50 euros por cada negrita. Si la negrita pertenece a Pedro Román o a Carlos Fernández y trae foto adosada, triplico la oferta. Pero tranquilos, que soy de buen conformar. Me vale Mayte Zaldívar en picardías o Pantoja con cara de perro. También ‘Paquirrín’ en tanga (aunque no me haré cargo de la indemnización por daños y perjuicios a la sensibilidad de los lectores). O Bárbara Rey comiéndose un croupier por los pies (todas las noches, en el casino, se zampa alguno).

Compartir:


Enseñar el plumero/ POR CARMEN RIGALT

julio 23rd, 2006 - Rafa en la prensa - Sin comentarios

Por: EDITORIAL / REDACCIÓN

CARMEN RIGALT El disfraz es una cosa muy seria. Todos los políticos, cuando están en el ejercicio del poder, tienen problemas a cuenta de sus disfraces. No lo digo por Zapatero, a quien durante meses hasta le dio apuro ponerse el traje de ir al Parlamento. Hablo en general. Dudo que exista un solo político capaz de resistir la tentación del disfraz. En el caso de los políticos españoles se trata de una tentación enmarcada en la memoria etnográfica del árbol de familia (rama trajes regionales). Los políticos de antes se ponían la barretina o el sombrero cordobés. Entonces aún no existía el exotismo porque sólo cultivábamos los viajes de cercanías. Pero la globalización estaba ya germinando en los kilométricos de los jóvenes interrail. Cuando la vida abrió nuevos destinos turísticos, la política se convirtió en un desmadre de ponchos, chilabas, gorritos esquimales y guayaberas de flores.

Compartir: