Gallardón

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

A juzgar por la cantidad de enemigos que le están floreciendo, (y por la importancia de los mismos), Alberto Ruiz-Gallardón no lo debe estar haciendo tan mal. Le tiran al cuello, a los pies, a los tobillos y al cóccix. Le persiguen como al Fugitivo pero por el momento él es más rápido.

En el último número de la revista ?Vogue?, (publicación señera de la moda ministerial, ¿saldrá Clós en un triclinium comiendo unas uvas?), el alcalde responde a Esperanza Aguirre. Ellos dicen que sólo es una bonita amistad pero con menos se han visto expulsiones en los campos de Europa. Si lo que hay entre ellos es afecto la verdad es que lo disimulan estupendamente.

Gallardón está hoy más sólo que nunca. Sólo en el partido (político), y sólo en la alcaldía donde no tiene oposición que le valga, salvo Inés Sabanés pero Inés ya sabe que está de paso por la Villa y Corte. He aquí el error de Izquierda Unida al apartar a la que, ahora, podría ser una firme candidata a la realidad consistorial.

Al alcalde le acompañan sus logros pero le perjudica su fama de ?el más listo de la clase?; la belleza y el talento son objeto de envidias furibundas, a la gente se le pone el hígado como un pato e incluso graznan de envidia.

Le han dejado en una posición un tanto surrealista: él es su portero, su defensa, su medio y su delantera. Él es su equipo pero el rival no acude al campo y el público se ha marchado a comer tortilla.
Insólito momento de soledad en la Casa de la Villa.

Luego dirán que se aman. Vale.

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