Todo por la pasta

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

En una biblioteca de barrio colgaba un cartel: «Hay dos tipos de tontos, los que prestan libros y los que los devuelven». Aplicado a la política municipal también hay dos tipos de tontos, los alcaldes que falsifican una firma y los que admiten haberlo hecho, como el ex alcalde de Ciempozuelos, Joaquín Tejeiro, que ha marbelleado con un descaro que le ha llevado a admitir que había cometido la tropelía como «único error». Total, nada, unos eurillos y luego una trama que termina en Andorra que como todo el mundo sabe linda con Ciempozuelos, localidad limítrofe. Moraleja: si te puedes forrar con un pozuelo de petróleo, mucho más con cien pozuelos de ladrillos.
Las cantidades que ingresaron tanto Tejeiro como Torrejón, que le sucedió en el cargo, alertaron sobremanera a la autoridad monetaria del Principado, aquellas sacas no podían ser producto del ahorro de los alcaldes de un pueblo de Madrid. Si hubiera sido Manama, capital de Bahrein, todavía… pero es que no iban al banco con turbante. Así que avisaron a los del blanqueo del dinero del Banco de España, unidad más conocida por el mosqueo del dinero. Total que el «único error» se les fue de las manos y ahora declaran ante el juez como Sinatra hacía los grandes conciertos, con expectación y muchos flashes en la puerta del juzgado.

En este diccionario urgente de la corrupción española anotamos que Marbella se traduce al castizo como Ciempozuelos, en Toledo le dicen Seseña y así hasta llenar las páginas de un nuevo Cossío de tauromaquia trincona y colorista. Ahora sólo nos falta identificar a las gunilas y a los palmeros del descapotable para tener la ficha completa de lo que ha pasado en este pueblo de Madrid que ocultaba una mina de oro, hasta que la Fiscalía Anticorrupción decidió preguntar. Es posible que la avaricia de los alcaldes les llevara a Andorra, igual que hacen algunos deportistas que abrazan la bandera cuando ganan pero inmediatamente después se tiran al monte Pirineo para hacer el Camino de Santiago de la pasta. Andorra, sin duda que será el clima, provoca una atracción fatal en el español del pelotazo igual que Suiza lo era en tiempos de Franco. Además, siempre tiene la ventaja de que cuando vuelves de ingresar la saca te puedes comprar unos quesos, o una cazadora, o unas botellas de whisky, o le cambias las ruedas al coche, ahí es nada.

La trama de Ciempozuelos es digna de seguimiento en una escuela de negocios, cómo montar un emporio económico de donde no había es un ejemplo de la multiplicación de la riqueza a través de la economía creativa. Bien es verdad que el pueblo ha quedado al margen de la especulación, ciertamente el riesgo es que los pillaran con unas firmas. Tampoco David Copperfield explicó nunca un truco y eso que nos gustaría saber cómo hizo lo de Claudia Schiffer. Tiran más dos ladrillos que dos carretas, comprobado está.

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