Los trabajadores bajo sospecha

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

El metro de Madrid siempre ha sido una referencia pero, desde hace tres meses el signo ha cambiado: retrasos, averías, explicaciones tardías y forzadas. El metro se ha convertido en el extraño laberinto del gobierno regional.

Un informe de la policía afirma que en un caso puntual hubo sabotaje y a ese informe se agarra Esperanza Aguirre para poner bajo sospecha a todos los trabajadores del metro, a partir de ahora trabajaran vigilados por cámaras y no todo el mundo tendrá acceso a los talleres. En lugar de preguntarse las causas del mal funcionamiento del tren suburbano se culpabiliza al colectivo de empleados. Es posible que el gobierno haya errado al recibir con entusiasmo la medida, en todo caso debería haber sido más prudente en la investigación y no hablar hasta tener todos los datos porque le acaba de dar un argumento de oro a la oposición: la Comunidad no controla ni siquiera aquello en lo que participa.

La pelea entre la consejera y los sindicatos del metro no llega al usuario que sólo comprueba, en su pequeña historia cotidiana, que cada día ocurre algo más extraño que el anterior.

Tensionando a los trabajadores y haciéndolos culpables hasta que no se demuestre lo contrario, no solucionan nada. Es más, es posible que la altivez y la distancia con la que el Gobierno regional ha reaccionado no sea más que una forma de gobernar a contracorriente.
Nadie se puede oponer a que se investiguen los hechos, (mucho menos los trabajadores), pero no es de recibo hacer un espectáculo con la sospecha.

Investigación, sí. Y humildad, también.

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