El sueldo de los políticos

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La verdad, y para ser sinceros, me ponía más hablar de ese estudio de la Universidad de Salamanca que glosa las ventajas del jamón ibérico para evitar el envejecimiento, pero el personal está con la pregunta del sueldo de Mariano Rajoy. Dos programas de cara a cara con el ciudadano que se pueden resumir en una frase: ni Zapatero ha pagado un café, ni Rajoy mira en la cartera. Lo cuál es una lástima porque era una excelente oportunidad para hablar de política y para dejar claro cuáles son sus respectivos programas, (que se parecen peligrosamente y tienden a confundir al votante). Zapatero haciendo un elogio de la economía en el templo de la Bolsa es un escarnio para la izquierda, así que es posible que tengamos que reformar algunos conceptos, a fuerza de mal usar las palabras nadie sabe en qué terreno juega.
El sueldo de Rajoy no tiene ninguna importancia política porque no es relevante, lo que se espera es que sea eficaz e ilusionante. Exigir certificados de inmaculada concepción fiscal es una chorrada contable, siempre que sus ingresos sean legales no está obligado a hacer público nada, ¿qué aporta a la sociedad el conocimiento de esa cifra?, más bien la pregunta pertenece a la categoría de chascarrillo de vecindad y si no sabemos distinguir entre el parlamento y una junta de vecinos, malo. Hay preguntas que uno no está obligado a responder, es como si le preguntan a un político por la frecuencia del acto sexual. Para futuros programas tengo una batería de cuestiones imposibles, por ejemplo: ¿cuántos leucocitos tiene en su cuerpo?, ¿cuántas veces va al baño por la noche?, ¿cuál es el diminutivo amoroso por el que le conoce su pareja?, ¿se emociona con la música de los Villa People?, y ¿Le gustan las películas de Marisol cuando las ponen en ?Cine de Barrio?? Creo que la respuesta a esas inquietudes nos puede aportar un poco más de espesura al debate y terminar de descabalgar la buena imagen de nuestros dirigentes.
El presidente del Gobierno no está obligado a saber lo que cuesta un café de la época del abuelo Pachi, (por cierto muy rentable le salió la intervención al ciudadano porque ya le han pagado en una tele para que cuente lo suyo). El presidente está para otras cuestiones de alto gobierno, para responder en materia política, incluso para ser acorralado con una batería de preguntas incómodas, pero no para asuntos de menor cuantía. Ségolène o Sarkozy pueden alcanzar el Elíseo hoy sin necesidad de haber dado explicaciones de cuánto cuesta un ?café au lair, bien sur?.
Y lo que más me fastidia, algo que me tiene muy irritado, es que no he podido contar lo del jamón que eso si que es de vital importancia. Claro.

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