Vías paralelas

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La estación de Simancas desapareció del plano. En la Consejería de Transportes dicen que ha sido «un error de impresión», cuando en realidad es un error impresionante. Pero no hay fallo técnico que no se pueda arreglar con una buena imprenta. Sobre todo porque ni la estación de Simancas es de Rafael, ni la de Esperanza es de Aguirre. Se trata de juegos de palabras que ocurren en los mapas de la gran ciudad. Para el caso de que ganara Inés Sabanés habría que ir pensando en construir alguna estación para hacer las coñas propias. O, en el último caso, cambiar la de Princesa por la de Sabanés en un acto «austero y republicano», que diría Llamazares (quien, a su pesar, tiene nombre de rey… mago). Estén tranquilos los viajeros que pasen entre García Noblejas y San Blas: la estación no ha sido tapiada, ni sus andenes reconvertidos en ámbito cultural.
Al margen de olvidos, el domingo fue el gran día socialista en la Comunidad de Madrid. El tranvía llegó a Parla, donde Tomás Gómez se dio una ducha de popularidad y de meta cumplida. Hubo presencia masiva de personal. Incluso Simancas y Sebastián se dieron cita, éste último animado por el tranvía que en el cine es un símbolo de deseo. Así que Sebastián se presentó a lo Marlon Brando pero sin dirección de Elia Kazan, sino por cuenta propia y para tomar nota de cómo un transporte ligero de superficie puede mejorar una ciudad. Si en Parla ha sido posible también Madrid, en caso de ganar Sebastián, se pondrá en plan postal de Lisboa con los troles y los raíles que brillan cuando llueve.

Un tranvía no sé si es de izquierdas o de derechas, pero siempre es de la poesía. En cambio el Metro es más funcional. Hasta es posible que el tranvía tenga un punto de aristocracia del proletariado. Y si no, que se lo digan a Omar Sharif, que sufrió un infarto mientras iba en uno de Moscú cuando era el doctor Zhivago (todo por una rubia).

Tomás Gómez tiene razón cuando afirma que el tranvía es la nueva ciudad de Parla, una manera inteligente de entender el tránsito urbano. El primer edil incluso se dio el gustazo de ser reina por un día junto a la presidenta Aguirre, que alabó la obra del regidor socialista. De manera casual hemos encontrado un elemento en el que no hay confrontación: el tranvía. Por las estaciones de Metro, ya sean borradas o ciertas, y por la T-4 no vamos a encontrar nunca un motivo de encuentro. La metáfora de las vías paralelas es válida para demostrar que se puede andar juntos, sin tocarse, y sin turbulencias en el camino.

Gómez se apuntó el tanto de la buena gestión en clave socialista; hay otros mundos posibles. Y un gol a estas alturas de la Liga tiene su importancia. Que se lo digan al Real Madrid.

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