‘Mi taxi está libre de crispación’

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

DANIEL DIAZ / TAXISTA CON BLOG
RETRATO
Origen. Madrid, 1977. Currículo. Antes de ponerse al volante fue técnico de sonido, también trabajó de disc-jokey. Lleva dos años con la licencia, «entré por casualidad y aquí he encontrado un filón narrativo». Su próximo proyecto es redactar una novela en la que todos los protagonistas han pasado por su taxi. Aficiones. «El tecnopop de los 80 y las mujeres: me gustan mucho, tanto por dentro como por fuera». Debilidades. «No tengo hora para acabar de trabajar». Virtudes. «Gran conversador, amigo de mis amigos y no tengo maldad». Defectos. «Soy un tío inmaduro, pero con mi inmadurez soy súper feliz. No me gustan los compromisos ni los horarios».
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Este hombre es un genio, un poeta con volante, un filósofo con 120 caballos y un ordenador para escribir en las paradas. Le acaban de premiar como el mejor blog del año en Madrid; actualmente recibe 10.000 visitas diarias. Tiene licencia para llevar viajeros y también licencia para contar historias de personajes tan reales que parecen de cuento.

Pregunta.- Usted tiene un blog. ¿Eso es grave?

Respuesta.- Es bastante grave, sobre todo cuando te tienes que costear la conexión y por ahora es muy cara.

P.- ¿Las paradas le sirven de inspiración?

R.- Hay paradas como las del aeropuerto, desconocidas por el gran público: allí uno hace marquetería, otro toca la armónica y otro enchufa el organillo al mechero del coche.

P.- ¿Es usted un poeta con volante?

R.- O viceversa. Los grandes escritores del siglo XXI pensaron sus novelas conduciendo, es una forma de dar vueltas a la cabeza.

P.- ¿El vehículo es un refugio intelectual?

R.- El coche es el mayor refugio íntimo, el lugar donde más te escuchas a ti mismo.

P.- ¿Todos nos metemos el dedo en la nariz?

R.- Sí, y también muchos parece que hablan solos cuando en realidad hablan por teléfono con un pinganillo en la oreja.

P.- ¿Usted es un observador aventajado?

R.- Como todo taxista, o policía, o conductor de autobuses. Hay profesiones que son muy dadas a escribir sobre ellas.

P.- ¿No será que vamos muy rápidos?

R.- Y se nos escapa que cada día está lleno de matices. Una vez un ciego me dio una lección, fue capaz de detallarme las flores de un balcón. Si no es por él, no encuentro su portal.

P.- ¿La calle tiene su parte buena?

R.- Nunca sabes lo que te vas a encontrar. En la calle sabes que te va a pasar algo pero nunca sabes qué.

P.- ¿Qué se aprende en el taxi?

R.- A ver, a oír y a callar. Se ve el reflejo de una situación política.

P.- ¿Qué es mejor olvidar?

R.- Las zonas deprimidas de Madrid, que parece mentira que existan todavía a estas alturas, las que no se enseñan en las elecciones.

P.- ¿De qué se habla en su taxi?

R.- En el taxi por la mañana se habla de política y por la noche de sexo. Con el sexo nunca hay discusiones.

P.- ¿No es conveniente hablar de política?

R.- Es mejor escuchar, si das tu opinión se te complican las propinas.

P.- ¿Siguen dejando propinas?

R.- Sí, porque tengo periódicos, revistas y pongo música neutral, no pongo emisoras comerciales y lo agradecen. Mi taxi es un espacio libre de crispación.

P.- ¿Qué clase de discos lleva a bordo?

R.- De jazz y también poemarios. Puse uno de Sabina en el que hablaba del ‘coño’ y una anciana me preguntó qué decía.

P.- ¿Cómo salió del apuro?

R.- Le dije que era una metáfora y respondió que su marido también hacía ese tipo de metáforas.

P.- ¿Restan puntos por jugar con metáforas?

R.- Tengo un seguro que me protege llegado el caso. Apenas hay tiempo para pensar, es una pena, cada vez tenemos más cosas y pensamos menos.

P.- ¿Taxista o taxidermista?

R.- Soy taxidermista por la proximidad a la piel del viajante.

P.- ¿Hay gente que no sabe por dónde va?

R.- Una vez cogí a un chico que me llevaba por calles cruzadas hasta que admitió que le acababa de dejar su novia. Tenía ganas de conducir su vida.

P.- ¿Finalmente dónde llegaron?

R.- A una tienda donde se compró el disco que a él le gustaba y se había quedado ella.

P.- ¿Su asiento de atrás es un confesionario?

R.- He pensado plastificarlo para las lágrimas. No me gusta llevar mampara, es un muro para la conversación.

P.- ¿Pero no es un poco curilla?

R.- No, no. Soy mejor persona.

P.- ¿Se pierde por Madrid?

R.- No, tengo un navegador con voz femenina que me lleva. Aunque ya me han robado dos, ¡sin embargo la radio no la roban!

P.- ¿Será por lo que dice la radio?

R.- Sí (risas), joder, totalmente de acuerdo. No les merece la pena.

P.- ¿El atasco es un acto poético?

R.- Dice Sabina que un atasco a las ocho de la mañana es la degradación del ser humano y, en cambio, un atasco a las cuatro de la mañana es poesía.

P.- ¿El taxi es el coche oficial del ejecutivo?

R.- En muchos casos se podrían cortar con las conversaciones, piensan que el taxista es sordo.

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