Candidatos bajo el paraguas

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Gallardón estuvo en una asamblea popular de mayores para, micrófono en mano, hacer un simulacro de sesión de control, un karaoke político, un acercamiento a la realidad vecinal en jornada de preguntas abiertas. No sabemos si todos los mayores están con él pero sí que todos los que estaban le iban a votar a él, salvo uno que le preguntó por el ego, como si Gallardón quisiera ser el Carlos III del siglo XXI. Gallardón y Botella hablaron de la ciudad del futuro y los ancianos les pidieron soluciones para su presente: más residencias y mejor dotadas. Los mayores de Madrid miran la M-30 como los viejos egipcios veían trasladar las piedras de las pirámides: saben que los siglos hablarán de la proeza pero ellos no estarán aquí. Dentro de cuatro mil años vendrán los americanos a llevarse un trozo del túnel del Manzanares como nosotros fuimos a por las piedras del templo de Debod al valle de Asuán.

Esperanza Aguirre anda preocupada por la salud física e inaugura polideportivos, que es la mejor forma de poner el cuerpo a tono, que luego vendrá todo lo demás, incluido el respeto al maestro. Aguirre tuvo el día de realidades más que de promesas, sobre todo cuando se dio el paseo en el metro del Oeste, ese nuevo tren del far west madrileño que atraviesa el nuevo sky line de la ciudad emergente. Es un metro que es tranvía y que también puede ser diligencia (que para eso circula por el Oeste), y que estará en marcha el mes que viene; todavía les falta sacar brillo a las vías del tren y ensayar con el trole.

Por su parte, Sebastián y Simancas se han puesto en armas, hablan de la cultura como «arma de reequilibrio de Madrid» y logran la foto con los protagonistas de la cultura. Es aquello de más instrucción y mejor acceso a la educación pública, y también crear un festival de cine de Madrid que deje al de Cannes en un bingo de chiringuito al borde del mar. La verdad es que con las historias políticas de Madrid salen unas películas que en Hollywood iban a alucinar, y talento sobra a raudales. Y para efectos especiales unas tormentas que son de alivio. Los truenos tapan la bronca electoral que continúa bajo cuerda, y amenaza llegar a los juzgados; aquí el candidato que garantice que algún día veremos el sol, ganará muchos puntos.

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