El miedo a ir a mejor

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Si la Revolución Francesa inventó el concepto de ciudadano, la Constitución norteamericana el Estado liberal y de los incómodos escaños de los Comunes de Londres salió el parlamentarismo moderno… España también aporta su creación política: el sentido del tiempo que nada ha tenido que ver con las conquistas normativas de Occidente. Cuando pudimos crear un Estado moderno fuimos contra los hermanos Bonaparte, luego apostamos por Fernando VII, más tarde nos dio el bajón del 98 y alargamos el siglo XIX hasta la muerte del general Franco, de tal manera que la melancolía por la pérdida de Cuba y Filipinas llegó hasta 1975; ahí se acabó el hombre de negro. Y, curiosamente, en ese equilibrio imperfecto hemos crecido incluso a nuestro pesar hasta dar con los cimientos de un país avanzado y ejemplo en nuestro entorno más inmediato. Pero en los genes llevamos una visión pesimista de la historia política en escala descendente que nos lleva a pensar que nada fue como ayer. Una visión catastrofista, (y muy nuestra), que tirando del hilo negro llegaría a afirmar: «aquí no hemos vivido nunca como en tiempos de Al Manzor».

Negar que España está mejor políticamente que hace 30 años es una osadía porque en aquel junio de 1977 había tensiones económicas, recelos históricos, cuentas pendientes, franquistas a los que se les había apeado del coche oficial, medios de comunicación golpistas sin reparos, y lo que se llamó «ruido de sables», (a los jóvenes de hoy les debe parecer el ensayo de una clase de esgrima). A pesar de algún cenizo que proclama que España se rompe por el momento no hemos escuchado ni siquiera el crujir de las velas del barco, por lo tanto navegamos juntos; esto flota. De hace 30 años hemos heredado la amenaza de ETA, (entidad mafiosa que se niega a mirarse ante el espejo de sus miserias), pero por el camino hemos superado conflictos importantes. Llaman milagro español al avance espectacular de la economía pero ese milagro también debería ser que estamos en condiciones de responder a los retos políticos que se presenten. Hace 30 años la propuesta de referéndum del lehendakari habría tensado un eslabón en la cadena de un tanque.

Sostener que éramos mejores entonces es de nostálgico y de antiguo cargo del Régimen, (en los primeros tiempos de la Transición los viejos políticos del Movimiento, aquéllos que pidieron ser amortajados con su camisa azul, se quejaban de los hombres de Suárez porque ni eran de apellidos pluscuamperfectos o «pluscuancompuestos», ni habían accedido por oposición a los altos cuerpos de la Administración del Estado. Pero los pipiolos fueron capaces de soplar sobre las Leyes Fundamentales franquistas). Para un diputado por el tercio familiar los nuevos aires de Adolfo Suárez eran peligrosas soflamas de La Pasionaria.

España hoy está en condiciones de plantear debates de altura pero con la serenidad de que hay democracia, parlamento, jueces y sistema capaz de responder a cualquier envite. Y, en último caso, tenemos la edad política que dice nuestro carnet de identidad de demócratas, no lo podemos disimular. No podemos temblar de miedo sino estudiar los problemas para darles solución. Dentro de tres décadas no sé cómo seremos, pero espero que para entonces no asuste ni la diversidad ni la pluralidad.

Rafael Martínez-Simancas es periodista y director del informativo

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de Veo TV.

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