Facturas artesanales

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La televisión cubana emite un programa que es mitad comedia, mitad científico, en el que se narran las experiencias sexuales con naturalidad. No resulta lo mismo hacer un programa en España con la doctora Ochoa, (a la que se le ponían las orejas rojas cuando alguien decía ?erección?), que en el Caribe donde el ?chingar? nunca se va a acabar.
La dueña del consultorio es la doctora Rosa Matriz y a ella acuden las abuelas que tienen problemas con sus nietos adolescentes, iniciados al asunto palillero, o las parejas que no consuman con acierto, y hasta las que consuman con excesivo acierto lo que les lleva al desollamiento carnal.
Dar consejos sexuales en televisión es muy difícil porque el medio se presta a caer en la vulgaridad, para esas cosas es mejor la radio. En la España donde en las peluquerías había canarios en jaulas, los consejos los daba doña Elena Francis que era un híbrido intelectual entre Isabel Tocino y el padre Apeles. A pesar de sus indicaciones la gente pecaba con toda la intensidad que podían, y lo hicieron hasta después de morir Franco, (¡y quién sabe si con el general de cuerpo presente!). A efectos pasionales hemos sido el Caribe de Europa incluso cuando no se podía ir contra el sexto mandamiento. Cada uno a lo suyo, los norteamericanos a buscar vida en la galaxia y nosotros a encontrar el punto G.
Un programa como el de la doctora Rosa Matriz, en España, tendría su encanto. Podría presentarlo Trillo en plan maniobras al amanecer, o Rosa Díez que está liberada de militancia. Es decir, sin sostén.

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