Protestas por un tubo

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Quejarse con un casco en la cabeza es como recitar versos de Lope de Vega con un yelmo, imposible. De ahí que los moteros se concentraran en Madrid para tocar el claxon a la desvergüenza administrativa, por eso se quitaron la protección de la cabeza para gritar con mayor fuerza. A pie y con la montera en la mano pusieron a escurrir a quién corresponda, (mucho han tardado). Madrid durante unas horas fue tomada por el colectivo más débil de las carreteras, (y ciudades), españolas. A pesar de las protestas, a pesar de las quejas, las distintas administraciones no han hecho nada significativo. En cuanto al Ministerio de Transportes aún están pendientes de estudio retirar esas guillotinas de las cunetas, la Comunidad de Madrid no ha vuelto a tocar el caso desde Luís Eduardo Cortés, y el Ayuntamiento silba cuando un camión de la limpieza moja un paso de cebra y lo convierte en un circo sobre hielo para moteros incautos.
No hay otro colectivo que pague los desaciertos ajenos con tan alto número de bajas. El motero es un forajido sobre dos ruedas al que se le tiene muy poco en cuenta, tan sólo como carne de estadísticas y para echarle en cara que sufra accidentes, como si caerse fuera un placer indoloro de alegres consecuencias. La falta de respeto oficial sobre el usuario de la moto es atronadora; mucho recomendarla como transporte alternativo pero luego se decoran los pasos de cebra con estética pintura de cristal, y se cascan unos bolardos en las aceras que te rompen el tobillo si no vas atento. Ya me gustaría saber quién es el listo que pinta las rayas blancas con relieve para que el manillar tenga turbulencias si te cambias de carril. Los quejosos de las motos, los «abajo vociferantes» exigen algo tan insólito como volver a casa tal y como han salido, y no acabar cortaditos en rodajas por culpa de un guardaraíl camuflado entre hierbajos. Puede que estén picados con la autoridad y que anden más calientes que un tubo de escape, (»picados» tal vez por no acabar hechos picadillo). Es sólo en defensa propia.

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