El sí de los niños

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

A Sarkozy le ha pasado lo que al general Joffre: las cosas se pusieron tan feas que no le quedó otro remedio que ir a la guerra y darlo todo en la batalla del Marne. Al presidente no le quedaba otra salida; después de haber paseado con Carla por Eurodisney, de haber remado en la barca, de haber escalado pirámides en versión novio o con el niño a cuestas, y de haberse comprado una cazadora como la de Hush, (el compañero de Starsky), le tocaba pasar por el altar aunque éste fuera cívico. Les han casado por el rito municipal según convenio, en razón de su residencia les toca el distrito octavo, (si les quieren enviar un tarjetón al el 55 de Faubourg Saint-Honoré).
Sarkozy aceleró los trámites en cuanto supo la desaparición del ?Tomate?, y es cuando le dijo a Carla que tomara el anillo como pago al canon que le corresponde por apropiarse de una obra original. Ella aceptó, no sin fijarse bien porque está escamada; no quería lucir un anillo como el que podría sacar Cecilia por las playas de Tánger dónde se ha ido a tostar a un antiguo desamor. Todas esas circunstancias unidas han desembocado en lo inevitable puesto que el amor tiene funestos efectos secundarios a los que les coge de sopetón. Tanto ella, como él, han vivido un noviazgo de cuarentena, cuarentona y calentón, algo que se normalizará cuando madame Sarkozy tenga problemas con las musas porque no las deje pasar el servicio de seguridad del Palacio. Poner a la inspiración unos guardaespaldas es una temeridad a efectos creativos, pero en adelante se tendrán que habituar los versos a no ir tan sueltos.
Para los fans de Carla Bruni, Sarkozy es como Yoko para los ?lenistas?, (no leninistas), cuando retiró del mercado a Lennon hasta hacerle cantar en la cama de un hotel. Sin duda un mal día para la historia de la música francesa pero un gran salto para Sarkozy, por lo que tiene de cambiar de estado civil y de echarse una novia bigarda hasta la extenuación. Pero el amor iguala alturas y desafina cuerdas de guitarra. Va a costar mucho que volvamos a ver a Carla descalza. Si el presidente viene a España a un mitin del PP, y se trae a su mujer, ya puede hacer ofertas Rajoy para salir ese día en la foto. Para el Ministerio de la Familia no hay otros con más ideas que monsieur y madame Sarkozy. Tal vez Rajoy conoció la noticia la semana pasada cuando estuvo en El Eliseo, pero ha hecho como con Gallardón. Rajoy es una tumba cuando se lo propone.
No estuvo bonito que desconvocara el acto que tenía con los militares por la tarde, aunque se comprende que tuviera unas maniobras en la oscuridad. Y por la noche un concierto acústico, decía Raimundo Amador: ¡qué gustito para mis orejas/ acurrucado entre tus piernas?. Champán, caricias, y juegos de enamorados porque París bien vale una risa.

Compartir:

Etiquetas: ,

Deja una respuesta

*