Atrapados en el contenedor

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Toda huelga se convoca con el legítimo interés de afectar a cuanta más gente mejor. Es que, si no, lo que se hace es poner un cartel en la puerta de un baño. La ciudad de Madrid es un concurso de huelgas: (EMT, recogida de basura y limpieza de Metro y edificios públicos), podemos captar que los huelguistas han copiado a los pilotos de aviones, aquellos a los que la proximidad de las elecciones les exacerbaba su nervio sindical. Todo esto es un juego de palillos chinos en los que varios platos giran a la vez sobre un fino eje de madera: los sindicatos tensionan, los trabajadores rechazan los acuerdos con sus líderes sindicales, la patronal no actúa y el Ayuntamiento se empana y no decide. Cualquiera de esos platillos que giran puede caer y llevarse por delante el espectáculo y poner en peligro la vida del artista, (que es como se decía en el antiguo lenguaje del circo).
Los que creen que es una huelga ‘política’, vaticinan que el lunes toda bolsa volverá a su cubo de basura y toda escoba a recorrer sus calles, pero la experiencia de la pasada huelga del Metro nos indica lo contrario. El malestar de los trabajadores es notable, se combina mal vivir en un país de «Champion» como le gusta decir a Zapatero, con una realidad llamada IPC que cada mes ahorca más que aprieta. Con el fin de evitar que la basura llegue al río se han pactado unos servicios mínimos que tienen marcado carácter de servicios ínfimos. Unas cuantas aceras tomadas por bolsas abiertas y unos gatos alrededor forman un cartel turístico de la ciudad muy poco atractivo.

Siguiendo el ejemplo de los palillos chinos parece que el Ayuntamiento de Madrid no ha sabido negociar a tiempo, antes de que le temblara el pulso al artista y los platos amenazaran con caer al suelo. El desencuentro es de tal magnitud que igual ha llegado la ocasión de crear unos pasquines que fomenten el reciclado absoluto. Si el Ayuntamiento consigue crear al ciudadano ecológico, aquel capaz de tragarse sus propias latas y tetrabriks, habrá logrado un hito. Pero la realidad nos dice que somos una ciudad de basuras y de conflictos, por lo tanto siempre será necesario que alguien se ocupe de la limpieza.

Todo es electoral, también cuando el Ayuntamiento sacaba a los camiones de limpieza y regado, con mayor frecuencia, días antes de las elecciones de mayo. A ver si ahora van a pensar que nos caemos de un guindo. En todo caso nos caemos de un contenedor porque ya no caben ni más bolsas, ni mayor desacierto. Quinientos kilos de mondas de naranja, por acera, amenazan el paisaje de la ciudad moderna. Si no recogen la basura y no pasa un autobús, que pongan lianas para ser un Tarzán entre farolas.

Compartir:

Etiquetas: ,

Deja una respuesta

*