La gran movida monegasca

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Habíamos conocido a un Alberto de Mónaco de couché, algo borde y muy distante. Luego conocimos a un Alberto de Mónaco que nos hundió la candidatura de los Juegos de Madrid, y seguía igual de borde. Pero, gracias al Baile de la Rosa, hemos conocido al auténtico Alberto de Mónaco, sólo había que ver cómo se le alegró la pajarita del esmoking cuando Almodóvar se puso a cantar. En cierta medida la familia principesca tiene mucho que ver con el cine de Almodovar, entre ?Pepi, Luci, Bon y otras chicas del montón?, y ?Alberto, Carolina, Ernesto y otros chicos del corazón?, hay grandes semejanzas. ¡Y qué decir del homenaje a los Grimaldi que fue ?Mujeres al borde de un ataque de nervios!?. El Baile de la Rosa ha hallado su identidad al recordar a la movida madrileña.
No es que el príncipe de Mónaco viniera por el Madrid de los ochenta, por supuesto no conoció los bandos de Tierno, (aquellos en los que se recomendaba ?a colocarse y al loro?). Nunca se vio a un Grimaldi en el ?Rock Ola?, ni en el ?Penta?, ni dándole a la absenta por los bares del 2 de mayo. En aquellos años de la transición de día y de la movida de noche, tanto Alberto como Carolina eran dos pijos en París, ?living la vida loca?. Salvo que la cronista oficial de la movida, mi admirada Silvia Grijalba me desmienta, Alberto de Mónaco nunca fue Alberto de Malasaña, ni Alberto de los Pegamoides, ni Alberto de Kaka de Luxe. Pero, hete aquí que pasados los años el Príncipe ha encontrado la felicidad sustituyendo a Fabio McNamara junto a Pedro Almodóvar. Noche de movida y rosa, muy rosa. Sólo faltó Moncho Alpuente autor de un single, (de los que iban a 45 rpm, ¡qué antigüedad!), dedicado a Carolina y en cuya letra se decía: ?Papá Rainiero no me quiere de heredero/ soy demasiado cheli para el hijo de la Kelly?.
Agradezcamos a los Grimaldi porque le han rendido un homenaje a aquellos jóvenes de entonces que hoy tienen carnet de descuento de la RENFE y que son iconos consolidados, (Alaska comparte el caché de Plácido Domingo). En Mónaco han sabido reconocer lo que de cultural y excelso tuvo un Madrid pop y colorista, de locales de ensayo y de talento sin freno. Los nostálgicos de la movida podrán suspirar que siempre nos quedará Mónaco. Mucho más ahora que la única movida es la insurrección del alcalde en el eje Prado-Recoletos.
Por su parte el príncipe Alberto seguro que después de una noche tan madrileña, apoyará con mayor entusiasmo nuestra próxima candidatura a los Juegos. Ahora bien, para superar el nivel, el año que viene tendrá que sacar del asilo a los ?Village People?. Siempre supe que le haría una ilusión ?loca? hacerse una foto junto al indio, el vaquero, el albañil, el motero y el policía.

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