La conspiración de mayo del 68

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Hay que hacer un acto de reivindicación nacional de la mesa de camilla, hoy tan en desuso por culpa de las revistas de decoración que se ponen estupendas y de diseño postmoderno. Aquella mesa de camilla que ni siquiera aparecía en el decorado de ?Cuéntame?, (sería el punto progre de la serie), ha sido siempre el centro de poder de la familia media española. Y en una mesa de camilla en El Pardo se urdió la conspiración del ?La, la, lá?. Podemos imaginar a doña Carmen siguiendo atenta las votaciones de Eurovisión, año tras año, y padeciendo humillación tras humillación porque nunca ?LŽEspagne deux points?. Hasta que un día se enfadó y despertó al dictador del letargo: ?¡Paco, que nos ganan siempre. Hay que hacer algo?.
Y ese algo fue enviar maletines a los jurados de Eurovisión por el mismo canal que ahora enviamos maletines a los secuestradores de barcos. Una maniobra que debía asegurar el triunfo de Massiel tal y como cuenta la historia. Aquel jurado no debía ser muy difícil de sobornar porque gente dócil ante el maletín siempre ha habido. Pensemos que toda la maniobra se urdió en una mesa de camilla con faldas y riguroso tapete de hule bajo el cuál se apilaban las fotos de la familia; en el caso de los Franco serían instantáneas de caza, pesca y jornadas familiares, trufadas con estampitas de santos. Una mesa de camilla que andará por uno de los sótanos de El Pardo pero que debería ser objeto de exposición para que los españoles tuviéramos idea de cómo fue el verdadero centro de poder español durante cuarenta años.
Podríamos pensar que también hubo otra mesa de camilla en la Casa Blanca donde se hizo la apuesta definitiva por llegar a la Luna; es posible. Eran los años en los que la Unión Soviética amenazaba con hacerse con el espacio exterior y sembrar de comunismo a los marcianos. Pero nosotros elegimos ser portada de periódico sobornando a Europa en los años en los que no pintábamos nada, y todo para ganar un concurso que ha sido otra de nuestras frustraciones nacionales junto con la selección nacional de fútbol. Los hechos dan la razón a esta teoría conspirativa porque nunca más, salvo el empate de Salomé, volvimos a levantar los brazos en Eurovisión. Algo que estaría en línea con Jose Luís Uribarri que se hartó de denunciar compadreos entre distintos países.
Así que para ganar, de nuevo ese concurso tan casposo y tan de medio pelo, nos haría falta que a Sonsoles le interesara y que en Moncloa tuvieran otra mesa de camilla con fotos entrañables. De tal forma que ella dijera: ?¡Jose Luis, que no ganamos nunca!?. Y, entonces, el servicio español de maletines y pagos a terceros lograría el milagro del ?Chikilicuatre?. Esa sería la gran Operación Triunfo.

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