El menú

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Los del G8, (ese club), cuando se sientan a comer tienen aspecto de marquesonas que acuden a la mesa petitoria con el visón y a las que el ?mecánico? les ha abierto la puerta con guante. Ellas también lo dan todo por los pobres, pero luego meriendan en ?Embassy? y allí se quitan ese frío de la indigencia que cala los huesos y da escalofrío recordar. Los del G8 se dieron un banquete después de haber reflexionado sobre el hambre en el mundo, por lo tanto la crisis debe ser más seria de lo que parece, cuando los poderosos se reúnen a comer el primer plato somos los demás. Esto pasa por montar un club de reflexión que cuenta con Bush como referencia intelectual. Marco Ferreri lo narró de una manera muy gráfica en una de sus películas en la que los comensales engullían hasta que eran devorados por sus propios gases.
Los del G8 siguen la receta de Zapatero: ¡a consumir!, pero quizá con lo jodida que está la economía a lo mejor quiso decir ?a consumar?. Habrá que hacerle esa pregunta cuando se reanude el periodo de sesiones en el Congreso, el matiz tiene notoria importancia. Darse a la opulencia es la mejor manera de anunciar una crisis, dime de qué manera comes y te diré lo que eres; cuando Zapatero anima a gastarle las plumas al casco del guerrero de la American Express recuerda al personaje del cuento de Carlo Collodi, el señor Strómboli, (era el dueño del circo en el que cae Pinocho por desobedecer a su creador). Strómboli les gritaba a los muchachos: ¡fumen y beban!, y luego los metía en una jaula para hacerlos pasta de jabón. Cambiemos a la ballena por la crisis de los mercados y nos daremos cuenta de que Pinocho somos todos; inocentes criaturas de palo que se dirigen hacia las fauces de un insaciable IPC hambriento. Somos parte del menú, ni siquiera nos dan la opción de elegir el punto al que desearíamos aparecer en la mesa. Ya no hay respeto a las últimas voluntades.
José Blanco, ascendido a categoría de angelote en la Sixtina de Moncloa, tiene una fe ilimitada en la recuperación que vendrá en otoño, cuando se vayan las oscuras golondrinas de paseo. Juntemos nuestras manos y el cielo nos escuchará, y gafe el que no lo crea. Por el contrario Esperanza Aguirre cree que la economía española va camino de la UVI, (Amy Winhouse es un producto de la UVI y tiene un aspecto estupendo la señora). Siempre hay un gotero que nos puede recuperar.
Hemos elegido malos tiempos para ser pobres. Si dependes de las ayudas del G8 lo llevas claro, y si vives en una economía occidental toca sufrir las turbulencias que nunca se sabe cómo pueden acabar. Le voy a mandar una carta a Bush para preguntarle si prefiere muslo o pechuga. En el G8 comen de todo, igual que dinosaurios en extinción.

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