Gente encantadora

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Lo habitual es que la gente venga ?borde? de serie, basta con darse una vuelta por los aeropuertos para apreciar como la bilis forma parte del ADN del español medio. Por eso se agradecen los gestos de bonhomía, de vez en cuando te sonríen desde un mostrador cuando no encuentras el pasaporte porque el niño lo ha escondido entre las galletas. Seremos un pueblo divertido en los carteles para turistas, pero el gesto cejijunto no se nos quita de encima desde la pérdida de las Colonias; es parte del ?remordimiento español? que es una forma de no-vida que vuelve a la gente longeva. Igual que los quesos se conservan en aceite, hay españoles a los que el mal genio les da una enorme capacidad de regeneración celular.
Por eso destaca la simpatía del rey Juan Carlos que lleva años en la cabeza de las listas de las personas más agradables. Esta edición le ha ganado Iker Casillas, pero el rey lleva mucho tiempo parando balones sin que se le conozca un mal gesto, nadie como él para zanjar una crisis diplomática. A pesar de que Hugo Chávez llegó con una hora de retraso a Marivent, allí estaba el rey con su traje, encantado de la vida, dejándose dar un ?tapatá? en el hombro. Fuera de protocolo se cruzó el coche del presidente venezolano de pitón a pitón, (es decir, de faro a faro), y acudió a abrirle la puerta por el lado de los fotógrafos, arriesgándose a la cornada porque Chávez tiene divisa de bravo. Tan admirable es el buen humor del rey que le colocó una camiseta con el ?¿por qué no te callas??, con la que Chávez ha vuelto a Caracas más feliz que el Ricardito. Eso es habilidad y lo demás sucursales.
En una librería de viejo encontré un libro con prólogo del doctor Marañón: ?El Rey Huraño?, escrito por Lucas Dubretón en 1945, en el que se le hace una autopsia en frío a Enrique IV de Castilla, aquel Trastámara que tenía el sobretítulo de ?mala follá? y que hizo de su reinado un espanto y de su carácter agrio una seña de identidad. Tan mal cartel tenía que el Papa Nicolás V le declaró ?impotencia perpetua pero con carácter relativo?, porque a Blanca I de Navarra no la consumó sino que la consumió en aburridas charlas de amigas. Luego casó con Juana de Portugal y sus problemas se enderezaron porque tuvieron una hija: Juana. Pero la gente decía que la princesa tenía el copyright de Beltrán de la Cueva, (de ahí ?la Beltraneja?).
Nada que ver con el talante positivo de nuestro rey actual. Juan Carlos ha conseguido darle la vuelta a la ira de Chávez y el muy ingenuo se ha marchado tan feliz con una camiseta de mercadillo. Por apenas seis euros ha solucionado un conflicto de Estado, si luego le dio una ensaimada para la familia y un poco de sobrasada para el viaje de vuelta, habrá que felicitar al rey por torear con la mano izquierda al que tiene fama de empitonar por ese lado. Y si llega a venir Obama le coloca la barca de palillos que han hecho los nietos en el cole.

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