La santidad de Bono

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Bono ha reculado en su empeño de poner la placa de sor Maravillas en el Congreso, y lejos de enviarnos a todos al infierno ha admitido que lo hace porque no era el momento. No les guarda rencor a los suyos que le criticaron porque en el perdón hay un gesto magnánimo de santidad, la retirada de la placa le hizo vivir ayer un amargo ?miércoles de ceniza?, un día gris, (?polvos erit?, y si te coge un micrófono cerca mucho más). Hay cámaras de televisión que las carga el diablo y lo mismo te buscas una condena eterna por llamar hijos de Satanás a los políticos, pero siempre le queda la posibilidad de ir al confesionario donde le pueden lavar el expediente en un santiamén. Esta pequeña mancha no puede afectar a su carrera hacia la beatificación en vida.
Es verdad que a Bono le han quitado ?la placa?, pero no tanto la de la pared de la que estaba tan ufano sino la de pontificar en nombre del Congreso y le han devuelto a su categoría de presidente laico, por mucho que él se empeñe en estirar el cuello y convertir la tribuna en púlpito de adoctrinamiento para cabezotas catequistas irredentos. Vale que tenga querencia a las procesiones y a los sotanazos; vale que presuma de un master en beso de anillo cadernalicio con genuflexión, pero en esta ocasión se le había escapado el entusiasmo y el hemiciclo se llenó de incienso, tanta niebla como si fuera a cantar Sara Montiel. Demasiado humo para tan poca fe, debió pensar. Sólo ha faltado que recordara al ?maestro? y dijera que les perdonaba porque en realidad no sabían lo que estaban haciendo. Cuando llegue el día en el que abandone la presidencia del Congreso, rumbo a Roma, (quizá a la embajada en la Santa Sede pero nunca se sabe si ya convertido en fray José), deberían encargar su retrato a un copista del Prado para que sea lo más parecido a una Virgen de las que pintaba Murillo. A su lado unos angelotes gorditos: Joan Ridao sin barba y Joan Tardá sin gafas. Y sobre un fondo azul inmaculado la prístina figura de José Bono que asciende a los cielos con más pelo que nunca; ya puestos hay que pintar el cuadro completo.
A la santa no creo que le haya sorprendido mucho la polémica porque cosas más raras se han visto en la corte celestial, y si vienen de España más aún. El día grande para Bono llegará cuando convenza a Dom Clemente Serna, abad de Silos, y ocupe los escaños de los descreídos diputados que llegan tarde por afinados monjes cantores vestidos con hábito oscuro y cíngulo. El éxtasis será cuando ?Manolo? le traiga la batuta, que no la maza, y comience se canto varonil que provoca el éxtasis. De esa forma, mientras se tramita o no su expediente de beatificación, mientras Zapatero estudia un ?plan de crisis? para inyectarle laicidad? Bono podrá competir con Michael Jackson y Paul McCartney en derechos de autor.

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