Cesar Antonio de Molina se condecora

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Antes de que España fuera del Barça o del Madrid, del PSOE o del PP, de rojos y de nacionales, mucho antes existió la España de Juan y la de José, (Belmonte y Joselito “El Gallo” respectivamente). Y es posible que desde que a José le cogiera el toro en Talavera de la Reina no haya habido otro enfrentamiento racial, e intelectual, de mayor altura. Hablar de goles, o de crisis en las bolsas, después de escuchar los piques entre Belmonte y Joselito resulta de una vulgaridad carpetovetónica insoportable, pero nadie dijo que las especies evolucionaran hacia mejor necesariamente.
La autoridad pertinente ha tenido por gala un desconocimiento enorme del mundo taurino hasta llegar a nuestros días cuando el Ministerio de Cultura premia con la Medalla de Oro de las Bellas Artes a Francisco Rivera Ordóñez, una noticia que ha sido recibida con gran alborozo en la Casa de Alba y en el palacio veneciano de Armani. Un gritito de satisfacción entre modelos y otros miembros del sindicato de cócteles y pasarelas de modelos con música de “chill out”, a más de uno le habrán tenido que destapar el frasquito de las sales.
Lo que hace el ministro es buscarse a un torero famoso para ponerse a su lado en la foto, por ese camino podría premiar a Tom Cruise. El Ministro no busca reconocer el arte sino hacerse una foto con el muñeco de la tarta. Por lo tanto se entiende el malestar de José Tomás y Paco Camino que han devuelto sus medallas porque lo suyo es otra forma de entender la tauromaquia. Ya quisiera Francisco Rivera tener las muñecas de Paco Camino o los tobillos de José Tomás.
Olvida el ministro que en los toros también hay mucho de escalafón y que la antigüedad hay que respetarla porque se construye a base de tardes de miedo, silencios, respeto y aplausos. Cuenta más la necesidad burocrática de cumplir con la entrega de unos premios anuales antes que valorar el sentir de este espectáculo que nos mete en la noche de los tiempos; no hay nada más antiguo que los toros y nuestra relación con ellos. Siglos de tauromaquia para no saber todavía si es el toro el que torea al hombre, o al revés.
Confunde César Antonio de Molina la entrega de una medalla a un colectivo tan serio como los toreros con un reparto de diplomas en un crucero. Tomás y Camino nunca habrían aceptado compartir cartel con quién no les honra, Morante de la Puebla tampoco.
Alguien le ha dicho al ministro que tenía que lucirse en esta faena pero ha pinchado en todo lo alto, en el mismo hueso. Eso le pasa por maletilla inconsciente. A Molina le han dado un revolcón por ingenuo.

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