Zapatero en el País de las Maravillas

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La última remodelación del Gobierno, (tres semanas atrás), se dijo que se acometía en nombre de afrontar la dificultad económica. Entonces no se entendió bien por qué el presidente cambiaba a los titulares de Sanidad y de Cultura si esas carteras tienen muy poco que ver con la destrucción de empleo. Pero es ahora cuando el nombramiento de González Sinde cobra mayor fuerza: Zapatero, optimista compulsivo, fichó a una cineasta para que le escribiera un guión por encargo. Sinde es la nueva Leni Riefensthal del zapaterismo, la persona encargada de sacar los mejores planos para infundir el ánimo gubernamental a las clases medias. El siguiente paso será recuperar el NODO y proyectarlo en las escuelas. Y lo de la Ministra de Sanidad debe ser para que vaya preparando unas cuantas vendas, o que Zapatero no veía a Bernat Soria experto en torniquetes de urgencia.
La barrera de los cuatro millones de parados es la frontera del miedo puesto que tampoco nadie garantiza que no aumente de manera exponencial en los próximos meses. Ante estos datos la sordera gubernamental es terrorífica. Nadie se atreve a decir al presidente que las imágenes que ve no son reales sino producto de una película de González Sinde, y nadie se atreve a presentarle papeles en el despacho porque el último que lo hizo se llamó Pedro Solbes y fue amablemente invitado a salir.
Zapatero podría estar “intoxicado” por ese virus de irrealidad que tienen los niños y que les lleva a salir de casa disfrazados de cualquier personaje porque ellos se creen héroes de “La Guerra de las Galaxias”, o vaqueros del oeste. Así las cosas no nos extrañe que el presidente comparezca un día en la tribuna de prensa vestido de personaje de “La Dolce Vita”, con un canotier y un puro. En realidad hace tiempo que en Moncloa viven su peculiar baile de máscaras, nadie es quién parece y los ministros se refugian tras unas caretas. Zapatero está afectado por una “encefalopatía espongiforme politiquina”, o lo que es lo mismo el mal de las vacas locas aplicado al concepto de percepción de la realidad política. Y nadie se atreve a llamar al doctor por si el jefe se enfada y les manda a una embajada de las que están a veinte horas de avión.
Como dijo el Rey en la entrega del Premio Cervantes: “se ve que ya…”. Fue un lapsus divertido que tuvo como protagonista involuntaria a la ministra de Cultura allí presente. Lapsus que nos lleva a pensar si el presidente ha enloquecido, como El Quijote, de tanto leer novelas de ficción. Y la aparición de Aznar en plan Caballero de la Blanca Luna, diciendo que él acabaría con el paro, confirma que esta locura novelesca sólo acaba de comenzar.

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