La puerta giratoria

Uno nunca sale de casa sin un par de frases guardadas en el forro de la chaqueta, tal y como hacen los magos. Nunca se sabe cuándo se pueden pedir que estés a la altura y las mejores improvisaciones son las que tienen detrás horas de ensayos. Pero aunque lleves esa frase ensayada no siempre encuentras la conexión con el forro mental.

Me preguntaste algo vital cuando entrabas sola en la puerta giratoria y sólo me diste noventa grados para responder, que es la distancia que tarda la puerta en volver a abririse. Ibas en la burbuja transparente que te transportaba cuál pompa de jabón y yo mientras desde dentro veía llegar la otra hoja por mi izquierda.

Fue un momento duro, complejo. No sabía qué decir, y en esto que me veo al otro lado contigo, ya en la calle los dos, y yo sin palabras, sin trucos. Menos mal que siempre hay un taxi cerca que te lleva a cualquier parte.

Eso no se hace, a un escritor no le preguntes nada importante mientras gira una puerta de cristal.

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6 Respuestas en “La puerta giratoria”

  1. victoria dice:

    Me surge la pregunta: ¿Qué es lo que queda en un hombre cuando alguien le desnuda el alma y ya no es posible dar respuestas aprendidas ni hay tiempo para la improvisación?…. Definitivamente puesta en esa imaginada y cinematográfica escena no habría dejado que “te salvara” un taxi…
    Victoria

  2. carmen dice:

    Las respuestas aprendidas son de traje, externas, se quedan entre el aire y el suelo…
    Las preguntas vitales suponen vida interior.Y hay que tener vida interior para poder responder.

  3. laavutarda dice:

    Victoria: es verdad, me dejaron marchar, cierto.
    Carmen: tienes razón, el problema es que carezco de “vida interior”, me pasa como a Belén Esteban y por eso me refugio en los taxis cuando alguien me hace una pregunta del corazón.

  4. Muy interesante saber que los escritores profesionales no salen de casa sin alguna frase brillante y recurrente cosida al forro de la chaqueta… Tendría que haber hecho caso a mi madre y aprender a coser.

  5. laavutarda dice:

    Muyseñoresmíos: yo sé descoser almas, es mi oficio de “desalmado”. Pero me hubiera gustado haber aprendido a coser porque en las clases de costura suenan las máquinas de escribir como si fueran sinfonías de lo cotidiano, y de vez en cuando la percusión la pone un ¡ay!, pero luego retoma el acelerador esa velocidad de crucero.

  6. Carlos García dice:

    La verdad es que es una pena que la mejor frase es la que siempre queda por decir. Nuestros mejores discursos suceden a toro pasado. Ya no hay taxi que valga, ni puerta giratoria, sólo -como dice Carmen- vida interior.
    Pero ya no está el interlocutor/a. Su otra vida interior te ha dejado como un geranio, plantado.

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