41 niños

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

A la pregunta de ¿cómo es posible que existan, todavía, casas cuartel en España?, la respuesta es que a los servidores de la Ley se les tiene con sueldos de miseria, de ahí la necesidad de reagruparse en ghettos sociales de viviendas asequibles. Si un guardia civil tuviera que pagar un alquiler a precio de mercado probablemente no haría otra cosa más que ingresar su nómina para cumplir con el arrendador. No se conoce otro cuerpo más abnegado y entregado a la causa de la persecución de los delincuentes que haya tenido peor suerte, desde Roldán hasta la fecha pasando por cuántos ministros del Interior han sido y que nunca se han ocupado, en serio, de las condiciones sociales de los del tricornio. Muy al contrario hasta les han perseguido cuando se han manifestado para reclamar sus derechos, (entre ellos una vivienda digna).
Ayer fue Burgos pero antes ocurrió en Legutiano, y en la memoria guardamos otra madrugada de espanto en la casa cuartel de Zaragoza, en 1987. La Guardia Civil reconoce que de las veintitrés viviendas-cuartel que hay en el País Vasco “sólo” tres tienen óptimas condiciones de seguridad y el resto se encuentra en auténtico precario, (cuando no pendiente de permisos de obras que no conceden los ayuntamientos porque no les da la gana). Hacen guardia en garitas que ofrecen la misma seguridad que ser juez de silla en un partido entre leones y cristianos en Roma. Puede que la explosión de Burgos nos despertara por la noche, lo extraño es que haya mandos que puedan dormir sabiendo en qué condiciones se encuentra su gente.
La pared destrozada del edificio, las grietas abiertas de una dentallada, el hormigón desmigado y el encofrado retorcido dejan visible una de las vergüenzas que tiene el Estado y que no es otra que luchar contra ETA pagando sueldos de hambre. Estoy convencido de que a los guardias civiles les habrá dolido más el llanto de sus hijos que la violencia de la explosión en sus oídos. Encima les toca ahora explicarles que cuando la casa esté reparada volverán a vivir en el mismo sitio a merced de los mismos canallas que los han querido matar en masa y que no han podido hacerlo porque esta vez, (al menos una vez), la suerte ha estado de parte de los inocentes. Que me digan en qué otro punto del mundo los hijos de cualquier trabajador tienen que dormir en “Fort Apache”. Cuarenta y un niños buscan que alguien les lea un cuento para poder dormir sin soñar con una serpiente, a ser posible que el cuento tenga un final feliz y les permita dormir toda la noche del tirón, exactamente igual que el resto de niños.

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