Espíame mon amour

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Esto de la política en condicional es un coñazo por no decir engorro, porque ahora Cobo dice que si Granados contara lo que va diciendo por ahí entonces sabríamos algo más acerca de los espías. Lo cuál nos lleva a pensar que si no lo hace es porque querría evitar males mayores para él, o para su partido, pero teniendo en cuenta que ambos comparten la misma formación política… entonces no hay Dios que se aclare, con perdón por haber escrito coñazo en la primera línea. Y si Cobo sabe pues que cuente porque para eso es mejor andar en presentes de indicativo que en pretéritos de “despectivo”, o en condicionales compuestos que tanto cuesta seguir.

La venganza de Prada era a largo plazo y le ha venido muy bien que el juez llamara a declarar a tres empleados de su ex consejería justo cuando Bárcenas y Merino acaban de ser “entrillados” vía suplicatorio, vía Supremo, vía “dolorosa” para ellos porque les queda lo peor del Tourmalet judicial. Y, en ésas, Prada consigue asomar la rueda de la bicicleta y darle un susto a Granados que ya estaría pensando en cómo poner la ropa en la maleta para irse de vacaciones, con los espías o sin ellos.

Esta política en condicional en la que unos amagan pero no sentencian, y en la que otros silencian pero están a la espera, no deja títere con cabeza. Sólo falta que aparezca Carlos “el yoyas” y ponga cordura a este guirigay que tiene muy mala pinta. No sabemos cómo puede terminar porque todo es condicional pero tal y como se presenta no tiene buen color. Las cosas son lo que parecen.

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