La nieve desinhibe

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Ya están aquí: los que faltaban para el anuncio. Me refiero a ese en el que se cuenta cómo una embarazada rompe aguas y en el vagón hay un equipo médico al completo. Eso es: metro de Madrid, la suma de todos. Y en días como los presentes, en los que se hiela hasta el pensar no es raro encontrarse a un grupo de voluntarios dispuestos a quitarse la ropa sin temor a que se les escarche la buganvilla.
Siempre se cumple la regla de que ninguna buena acción queda sin su “justo” castigo. A ellos también les han criticado, no tanto por la ausencia de tela sino por la ropa interior. Nunca llueven calzoncillos a gusto de todos, de ahí el cotilleo de los andenes para criticar si tal prenda está a la moda o si por el contrario es del ropero de Tarzán. Somos así, no es maldad sino tendencia al despelleje del prójimo como actividad social. Las alegres comadres, y los alegres compadres, no se van a quedar sin hacer la disección de los autores del despelote metropolitano.
El frío es el responsable. Igual que en San Sebastián siempre hay un abuelo dispuesto a meterse en el mar cuando nieva, en Madrid hay gente que hace cosas raras cuando caen copos. Psicoanálisis al margen lo cierto es que el frío nos desinhibe de mala manera. A diferencia de lo que ocurre en la playa de la Concha, en Madrid hemos podido saber que esta “performance” del nudismo urbano terminó bien. Lo que ocurre en la playa de San Sebastián está por demostrar puesto que nos quedamos con la intriga de saber si el abuelo regresó de las aguas, (al menos uno sí, el que sale en el anuncio con Susana Griso).
La nieve que provoca arterosclerosis urbana y ralentiza las comunicaciones también es capaz de inducir a comportamientos extraños. Puede que en las próximas horas haya colectivos que se quiten hasta los pendientes. Los de la foto lo hicieron por un “pásalo” de internet, y no porque la crisis les hubiera desmantelado el armario.
Ante las nevadas intensas se recomienda siempre al menos una pequeña prenda porque en algún lugar hay que llevar las llaves de casa y el móvil. Y aunque estés desnudo hay que usar cadenas, no todos tenemos un cuerpo cuatro por cuatro. Y silbar: “¿Frío, yo?, ¡nunca!”.

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