George Soros es un hombre rico. Ya lo sabíamos.
Es un hombre que ha hecho su fortuna especulando en Bolsa. Ya lo sabíamos.
Y tiene� de� filántropo lo que un lobo con hambre.
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Al muy cabronazo no se le ha ocurrido otra cosa que propugnar la supresión del estado del bienestar. Se acabaron los hospitales gratis, la enseñanza gratis y los servicios gratis. A partir de ahora el que quiera bomberos que se los pague, el que quiera llevar al niño al colegio que apechugue y el que quiera ser alguien que se aguante con las normas del mercado.
He aquí la verdadera cara de un rico:
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Por lástima nadie ha salido para decir que a los ricos, como a Soros, hay que expropiarles las propiedades porque tienen su origen en el robo descarado. Nadie ha dicho que es mejor que mil coman todos los días a que uno tire los langostinos por el fregadero.
Lo de Soros es la punta de avance de un iceberg que va a dejar al obrero tiritando, y éste haciendo el longuis y sin darse cuenta de la situación.
Si a este tipo se le pregunta: ¿la bolsa o la vida?, lo tiene clarísimo.
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