Madrid-Hiroshima

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

El doctor Guillotin no ha podido acabar a tiempo el encargo. En la Moncloa apremiaban pero en verano ya se sabe cómo están los talleres, por lo tanto la ejecución de Tomás Gómez tendrá que esperar. Mucho se ha escrito del dedo de Aznar pero poco de los caprichos de Zapatero que se pasa a un comité regional por el forro. Citar a Tomás Gómez, en el despacho, en el aniversario de la bomba de Hiroshima es tener poco tacto. Pero como la guillotina daba problemas ha tenido que desconvocar el encuentro para que Michelle Obama no vuelva a casa diciendo que practicamos el canibalismo político.
En realidad al presidente le gustan los “spaghetti western”, y le rinde un homenaje a “Le llamaban Trinidad”. Zapatero sería feliz repartiendo leña como hacía Bud Spencer, con la mano abierta, que es como las bofetadas huecas suenan en technicolor y el público ríe a carcajadas. Tanto éxito tuvo la película de Enzo Barboni que se llegó a rodar una segunda parte: “Le seguían llamando Trinidad”. Y, entre huesos rotos, coscorrones y chistes malos de taberna se creó un mito; de ahí que el presidente del Gobierno pretenda hacer taquillazo en Madrid con la reposición de las historias de Terence Hill y Bud Spencer. Para eso ha buscado a los actores más parecidos: Manuel Cháves (Terence), y él mismo (Bud), reservando el papel del pianista a José Blanco que toca la música que le pida el dueño, y cuántas más bofetadas hay en el salón con más entusiasmo aporrea el piano para que no huyan los electores por las ventanas, o se agachen detrás de la barra.
En este aniversario de Hiroshima a Tomás Gómez le ha tocado hacer de japonés. Eso sí, también hubo nipones que se inmolaron como kamikazes antes de perder el honor, por lo tanto no se descarta que en Madrid haya unas primarias en el PSM que se compliquen en extremo. Trinidad Jiménez tendría que hacer el papel de Uma Thurman en “Kill Bill”, otro film de acción que tanto le cuadra a este espectáculo veraniego y capitalino.
Se comprueba, una vez más, que el ocio es el padre de todos los vicios. Más le valdría a Tomás Gómez que Zapatero hubiera cogido unas vacaciones activas de esas de playa y familia, en cambio le ha dado por quedarse en La Moncloa y esos muros son demasiado anchos como para encontrar la paz. Y ya se sabe que cuándo el diablo no tiene otra cosa que hacer mata moscas con el rabo, o encarga guillotinas, o le da por trazar un plan infalible de victoria. Hubiera sido mejor que se entrenara para Rodiezmo, esos días previos ante el espejo dudando qué puño levantar, y cómo sigue “La Internacional” a partir de la tercera estrofa.

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