Temperamentos y temperaturas

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

Cualquier manual de cocina, (me refiero a los que se escribían hasta que se inventó la llamada “cocina creativa” que desmenuza la patata con hidrógeno líquido y la convierte en tortilla de gas), sostiene que para tomar la temperatura del pavo es necesario introducir un termómetro en su cuerpo, obviamente por el único lugar que tiene disponible el pavo en su condición de animal entregado en el horno.
Salvando las distancias entre pavo y candidatos lo cierto es que mientras no hay urnas la única manera de tomar la temperatura política son las encuestas. Al presidente del Gobierno le incomodan, por eso afirmó ayer que Rajoy gana en las encuestas pero tendrá que esperar a las urnas. Las encuestas estorban a Zapatero en su proceso de recuperación económica, y política. Lo cierto es que todo aquello que desvíe la atención del objetivo de crecer en el segundo semestre del 2011 le parece una aberración neoliberal que viene a corroer los cimientos del Estado. Algún asesor debería decirle que renunciar a la batalla diaria por confiarlo todo al futuro es un riesgo elevado para un gobernante en crisis, (tanto él como la nación). Las encuestas no son, efectivamente, la verdad absoluta revelada por un rayo de luz divino que se refleja en una zarza flamígera, pero sí valen de indicador social. Y, de momento, lo que dicen es que el personal está bastante harto del presidente del Gobierno y que confían en otras alternativas dentro y fuera de su partido. El mayor beneficiado es Mariano Rajoy que para eso lleva siete años trabajándose la oposición, (bien es verdad que con baches de entusiasmo), pero dentro del PSOE el presidente se encuentra con “enemigos íntimos”. Debe ser muy duro para quién se cree en posesión de lo cierto y verdadero comprobar cómo Alfredo Pérez Rubalcaba, o Carmen Chacón, se colocan por delante en la intención directa de voto entre partidarios socialistas consultados. También debe ser muy frustrante cuándo le pasan los datos de audiencia y comprueba que sus entrevistas no sólo no aportan “share” si no que bajan la media de la cadena hasta hacerle un roto al presentador que se atreve a sentarse delante de él.
Zapatero puede hacer dos cosas: o ignorar la temperatura que tiene el pavo en el horno, y por lo tanto dejarlo que se chamusque mientras jura que está crudo, o leer las encuestas y adelantar su debate sucesorio. No hace falta que se inmole junto a sus principios, entre otras cosas porque se iba a quedar muy sólo cuándo pida que los demás le acompañen en el proceso.
En cuánto pasen estos hielos nos metemos en primavera y en las elecciones de mayo que amenazan tormenta socialista. El horno sube de temperatura, cualquiera menos Zapatero se da cuenta del color que ha tomado el pavo.

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