Torrente y realidad

Por: RAFAEL MARTÍNEZ-SIMANCAS

La nueva Ley de Igualdad de Trato consagra el principio de primero denunciemos y luego ya veremos si tiene usted tiempo para demostrar su inocencia. Ya lo decía la reina en “Alicia en el País de las Maravillas!”: “primero la sentencia y luego el veredicto!”, (o lo que es lo mismo: no dejemos que la realidad nos estropee una buena noticia). Si usted tiene un inmueble para alquilar y decide no aceptar la oferta de alguien que pesa más de cien kilos, (no por su volumen si no porque tiene otra propuesta mejor de un tercero), el descartado puede esgrimir que usted le discriminó porque pensó que no cabía en el montacargas. Y lo curioso es que no será el señor orondo el que tenga que aportar las pruebas si no usted en razón de propietario discriminante.
Otro tanto le puede pasar a un abogado de oficio que se niegue en razón de sus creencias a defender la causa de uno filonazi, también le pueden denunciar por eso. O al profesional del Periodismo que al abordar un documental sobre el narcotráfico le puedan acusar de apología de las redes internacionales de droga porque se excedió en el detalle. Estas son las incongruencias de la Ley de Igualdad de Trato que se suma a otras incongruencias varias que vivimos en los últimos tiempos, por ejemplo ser denunciado por aproximarse al conductor que nos antecede con intenciones “libidinosas”, entre ellas rozar su parte trasera. Esto último que se lo digan a los que aguantan atascos interminables para llegar por la mañana a su puesto de trabajo, me refiero a ese grupo que ya se conformarían con avanzar a la cuarta parte de lo que dice la pegatina de 110.
Hay veces en las que cuesta trabajo distinguir entre la promoción de la nueva entrega de Torrente y la realidad. Uno nunca sabe en qué momento está escuchando a Leire Pajín o a Paquirrín, y entran dudas razonables de sí el Gobierno se ha echado en manos los guionistas de los Monty Python porque cada semana se acumulan tres despropósitos nuevos. Sin duda que a Santiago Segura le viene muy bien para vender la nueva entrega de su detective casposo pero no es de recibo para el ciudadano tener sobresaltos innecesarios cada tanto en poco.
Ya verán qué risa cuándo un ciudadano ruso nos denuncie porque hemos rechazado de manera fehaciente que nos bese en los morros, (costumbre local que él quiere mantener a toda costa), o cuándo alguien diga que le han considerado feo teniendo en cuenta que su abuela le tiene por guapo y estiloso. Lo siguiente será una “fuga de cuerpos”, los guapos no van a aguantar ser considerados iguales a los demás. Para eso son guapos y se gastan en gimnasios y cremas lo que no está escrito. Ante usted un nuevo frente dialéctico se despliega, escalofríos dan sólo de pensarlo.

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