Edificio a la vista

(“ABC/MADRID“, martes 30 de octubre 2012)

A la vejez suelen salir arrugas, no grúas, pero esta Gran Vía centenaria y superviviente incluso a los madrileños se renueva y le nace un edificio, (a su edad). Rafael De La-Hoz es el arquitecto que ha logrado el milagro de conseguir que una señora tan mayor pueda esperar un hijo de cemento y hormigón. Cosas de la genética aplicada a la arquitectura que darán como resultado el alumbramiento del primer edificio del siglo XXI en tan vetusta calle, pásmese usted amigo. Un arquitecto que trabaja en el centro de Madrid es alguien tan raro como un saltonauta asomado a la vertical más lejana, ambos comparten el vértigo.
En efecto para construir un edificio nuevo en La Gran Vía hay que tener más valor que “El Guerra” pero nunca fue calle con miedo, muy al contrario aquí se ha fanfarroneado con notable éxito. Si Gary Cooper salía fumando en el cartel del cine los madrileños ponían cara de duro del oeste, y si tocaba una de mafiosos entonces Callao era el Bronx.
Mientras siga viva aún quedará Madrid para rato, aunque poco a poco las franquicias se hayan comido la esencia castiza de la que fue arteria antes de que La Castellana, o la M-30, la dejaran en vena urbana.
Podía haber tenido un final ruinoso como disco de pizarra que no encuentra gramófono pero ha sabido madurar pese a las múltiples puñaladas traperas que le dieron con rótulos de neón y negocios de trapillo y café en vaso de plástico que no pegan con tan egregia dama. Pero si mil veces la mataron otras tantas resucitó hecha una princesa que le ponía ojitos a un chulazo de los que tenían botella en Chicote. En breve la veremos pasear a su hijo en el carrito por la acera en la que da el sol por las mañanas ahora que ha vuelto el frío.

Compartir:

Etiquetas:

Deja una respuesta

*