Urdangarin aguarda turno

(“EL BOLETIN“, jueves 21 de febrero 2013)

Si por el duque fuera prolongaría el debate del estado de la nación hasta el domingo, o haría la segunda parte de los Goya, cualquier cosa que sirviera para tapar el paseíllo que le aguarda este sábado en Palma de Mallorca. El duque esta vez no irá escoltado por un pelotón de chicas desnudas en bicicleta, (una secuela de la Operación Puerto), ya no irá “em…Palma…do”, mas bien aguarda silente el momento de bajar la rampa de los juzgados. Es posible que el sábado desayune con nuevas entregas de correos que guarda el ex socio debajo del colchón, unos correos que si tal vez no pongan en peligro a la monarquía dejan en evidencia el nivel de gañán de la persona que los firma.
Urdangarin es la X de la corona y como tal está por despejar. Dinero no le falta para comenzar una campaña de limpieza de imagen y parece que ya tiene a palmeros bien pagados que aguardan una orden pero cuesta trabajo ir contra la ley de la gravedad. Su defensa se basa en negar la autenticidad de los correos y las afirmaciones de Diego Torres; si su abogado es capaz de encontrar un resquicio podría anular algunos escritos por defecto de forma. Eso sí, de lo que no se libra Urdangarin es de la imagen de tipo chabacano y aprovechado que intentó hacer negocios con lo mejor de España: Corina, Camps y Rita Barberá. Allá donde olía a pelotazo estaba su presencia, es notable su capacidad para olisquear el dinero fácil.
A semejante cebollo se le concedió título de duque con grandeza de España, privilegio que mantiene en razón de su boda con la infanta Cristina. De momento se ha quedado sin calle, sin foto en la web de Zarzuela pero mantiene el ducado.
Motivos tiene para desear que el sábado por la mañana Vicente del Bosque convoque a los jugadores para un amistoso relámpago con Brasil, o que una lluvia de meteoritos caiga sobre los reporteros que aguardan para captar su imagen entrando al juzgado. A estas horas debe estar pasándolas fatal con un ataque de colon irritable comiéndose las uñas, muy lejos de aquellos días en los que las chicas desnudas en bicicleta le reían las gracias.

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