Concejales mendicantes

(“ABC“/MADRID, viernes 22 de febrero 2013)

Si hay una constante que se repite de pueblo en pueblo, y de ciudad en ciudad, es una plaza con un gran reloj y el ayuntamiento. A partir de la reforma de la Ley de Régimen Local en todas partes habrá una plaza con un gran reloj y unos concejales pidiendo en la puerta del ayuntamiento tapados con una manta alrededor de una fogata improvisada. Bien está que se vigile al que acuda a la política con “animus forrandi” pero tampoco es como para dejar a los concejales sin sueldo. Pagarán justos por constructores y tampoco es eso.
A partir de ahora una nueva orden, la de concejales mendicantes descalzos, se establece en los ocho mil municipios de España. Lo suyo cuando un vecino vaya a gestionar algo a su ayuntamiento será que acuda con una gallina boca abajo atada por las patas o en su defecto con un bocadillo de calamares que será muy bien recibido. Ha llegado la hora de la política solo para ricos o para los que decidan no comer como Gandhi y de paso limpiar su alma pecaminosa hasta dejarla en karma impoluto.
La Ley de Régimen Local va a adelgazar las corporaciones municipales en su sentido mas estricto, tanto por la reducción en el número de representantes como por la pérdida de peso que van a sufrir aquellos que llevados por una marcada vocación de servicio estén dispuestos a pasar hambre y a que les suenen las tripas en los plenos. Va a ser todo un “shock” ver a un tipo tocando una guitarra por los vagones del metro y decir: “éste es el de Cultura, el de Seguridad como no sabe música hace juegos malabares en los semáforos”.
Por supuesto que con estas condiciones van a tener que coger a los candidatos a lazo y corriendo mucho por las aceras. Solo aquellos que sueñen con lo imposible confiarán en que alguna vez les toque algo en un sorteo para salir elegidos concejales de su pueblo.

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