Los condenados

(“EL BOLETIN“, miércoles 24 de abril 2013)

En caso de que se confirme el ingreso en prisión de Ortega Cano se habrá cumplido la maldición que rodea a la copla. No es casual que personajes del entorno de la canción sean los que pagan con cárcel, otra vez el “pena-penita-pena” que va desde Julián Muñoz a Farruquito pasando por la Pantoja o Lola que también tuvo sus problemas con Hacienda. Los ladrones de cuello blanco no pisan la cárcel ni para una causa benéfica, pero en las penitenciarías españolas tienen un nutrido álbum de fotos de gente conocida. Pronto se organizarán excursiones para que los condenados saluden desde las rejas y las comadres puedan tomar fotos desde el autobús de sus personajes favoritos con el uniforme de rayas.
La historia del Derecho Procesal español se entiende mejor escuchando Radio Olé que en libros y sentencias. A este paso deberán incluir en el temario para las oposiciones de judicatura cómo se llamaba el primer marido de Rocío Jurado, qué nombre tenía la casa de la Pantoja en la que a cuyas puertas fue detenido Julián Muñoz, en qué cárcel estuvo Rafael de Paula. O lo que es lo mismo: mas copla y menos Tribunal Supremo.
A Ortega Cano le corresponde la pena añadida de deshonor por haber me tratado de engañar al tribunal, al menos podía haber admitido que iba borracho y que eso pudo ser determinante para salirse de la carretera. La defensa basada en la condición de abstemio del torero era una coña marinera que nos lleva a aquel vídeo en el que cantaba “estamos tan a gustito”. Se supone que un torero ha de portar un gen de gallardía que no maneja todo el mundo, al menos saber que no se descompone la figura cuando la realidad te aprieta contra las tablas.
Se va a poner el patio de la cárcel que va a parecer un programa exterior de “Sálvame”: mucha gente conocida, mucho famoso, mucho ladrón licenciado por la escuela del “riapitá”, rama taconeo y camisa abierta. Esto igual en Alemania no lo entienden pero tampoco hace falta traducírselo porque no afecta a la prima de riesgo; en todo caso es nuestro riesgo, son nuestros primos y solo aquí se entiende a este personal tan curioso como descarnado.

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