Los incontrolables

(“COLPISA“/VOCENTO, martes 3 de septiembre 2013)

Cuando alguien da todo lo que tiene no está obligado a más, es cierto y se puede aplicar desde el último monaguillo a la secretaria general de un partido político. La cuestión es saber si es cierto que Cospedal no está obligada a más puesto que cada día el asunto Bárcenas se abre en nuevos mensajes, filtraciones, comentarios de Gómez de Liaño. Cospedal está harta y se le nota pero igual su votante también lo está a pesar de los mensajes de crecimiento que se lanzan para tapar preguntas relacionadas con el preso de Soto del Real.
Rajoy, Cospedal y el aparato del PP quieren que creamos que los contables de Génova eran una república independiente que caminaban, firmaban, anotaban, cobraban y pagaban sobres al margen de cualquier auditoría interna sobre todo de la secretaría general. En ese caso habría que premiar a Bárcenas por haber mantenido una independencia ejemplar durante veinte años; cinco lustros haciendo de su capa un sayo hasta constituir un capital en Suiza de gran calado, por supuesto al margen de los controles internos del PP que no se habrían enterado de que en la cocina tenían ratones. Sería para preguntarse cuánto tiempo mas hubiera seguido Bárcenas aprovechando su situación para enriquecimiento personal si el juez no le hubiera llamado a capítulo. El PP quiere que pensemos que Bárcenas era el llanero solitario, el Jonhy Depp de Génova que cabalgaba como un Ranger´s de Texas sobre extraños libros de contabilidad con anotaciones que sólo él entendía y por las que nadie preguntó. Visto de esa manera lo que el PP quiere es que nos creamos que Bárcenas también era el malo de “El Nombre de la Rosa”, ¡menudo culebrón tenemos! Si le añadimos lo que debía contener uno de los ordenadores según Gómez de Liaño, visitas de donantes entusiastas, entonces el argumento supera a cualquier otra trama de la literatura conocida.
Pero cada vez que se complica el fondo las explicaciones superficiales que nos ofrecen son más sencillas. Cospedal ha de estar cansada de tener que dar explicaciones, es cierto, pero cada vez que intenta parar el caso todo se le pone en contra empezando por una mala relación con Javier Arenas que medió según parece entre Bárcenas y el partido. Cospedal tampoco puede disimular sentirse incómoda al leer que Arenas fue la persona en la que Rajoy confió la salida pactada de Bárcenas.
El baile de máscaras es espectacular: contables incontrolados, ex secretarios generales que median por su cuenta, ordenadores que se borran solos, grabaciones a donantes efectuadas sin su consentimiento, mensajes de teléfono filtrados con cuenta gotas, finiquitos en diferido, y un sálvese quién pueda que huele a el último que apague la luz. Para Rajoy todo quedó zanjado el 1 de agosto, para Cospedal también, veremos lo que tiene que decir el juez Ruz y hasta dónde se estira la agotada paciencia ciudadana cuya elasticidad es digna de mejor causa.

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