Gas de la risa

(“LAS PROVINCIAS“/VOCENTO, martes 10 de septiembre 2013)

Esto es “Spain”: cuatro días después del ridículo olímpico aquí no ha dimitido nadie, no hay quién asuma una responsabilidad en el fiasco y la imagen de la desbandada es la de la alcaldesa madrileña que en lugar de regresar con los suyos para dar consuelo a los afligidos se montó en el avión de Florentino Pérez que zarpaba antes. Como lo de Dunkerque pero con menos orden todavía. Pies para que os quiero salió huyendo Ana Botella para llegar a Madrid y tomar una “relaxing cup of café con leche” en la Plaza Mayor.
Lo que pasó en Buenos Aires es algo peor que perder una candidatura olímpica, en eso tenemos dilatada experiencia, parece que ahora nos vamos a asombrar de cómo se comportan los miembros del COI. Los votos no iban contra nuestra propuesta técnica que era sólida, ni contra nuestros deportistas que en realidad son los que han perdido. En aquel salón gafado al que se le fue la luz nos hicieron una radiografía de cuerpo entero. Y la culpa me temo que es el tipo que “vendió” óxido de nitrógeno a la delegación oficial española, y quién sabe si también a Cristóbal Montoro que un par de días antes hablaba de que éramos el país que mejor se recuperaba del mundo. Los efectos de ese “gas hilarante” fueron los que nos hicieron salir envalentonados en la seguridad de que íbamos a ganar por goleada. El desfile hacia la tribuna de nuestros representantes, a excepción del Príncipe, deportistas e Ignacio González, era lo mas parecido al arranque del Club del Chiste.
Confundimos política con negocios y olimpismo con asuntos domésticos, todo por culpa del nitrógeno que nos afectó mucho. Y cuando se pasaron sus efectos teníamos enfrente a una delegación olímpica que nos miraba con cara de: “¿estos que no arreglan su paro, su corrupción y su dopaje, de qué narices se ríen?”. De nuevo la realidad vino a ponernos en su sitio: somos lo que somos y no habiendo mas llama que nos ilumine en las tinieblas podemos concluir que no hay mas cera de la que arde; (fin de la broma). Lo que nos han echado para atrás no es un proyecto olímpico que técnicamente parecía perfecto, lo que nos han dicho es que somos menos fiables que un turco tramposo haciendo cuentas a lápiz en el Gran Bazar de Estambul.
Por eso extraña que no se hayan tomado decisiones drásticas, que nadie haya tenido la altura de dimitir, que los mismos cargos que fueron hayan vuelto sin arrugarse el traje, y que tampoco ningún medio de comunicación haya publicado la lista con nuestros ciento ochenta delegados, nutrida representación dónde los haya. Sería bueno saber quién ha ido en calidad de palmero y cuánto nos ha costado que hicieran el taconeo que se prometía triunfal. O que Alejandro Blanco explique qué narices es eso de perderemos pero nunca seremos derrotados. La muy visitada muestra sobre Dalí se cerró la semana pasada en el Reina Sofía pero eso no quiere decir que en Madrid se haya terminado el surrealismo.

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