Quijorna y Montoro

(“EL BOLETIN“, miércoles 9 de octubre 2013)

Ya tenemos la versión moderna de Sodoma y Gomorra, es Quijorna y Montoro. En ese pueblo de Madrid tienen una alcaldesa que maneja una sordera colectiva: participa en actos de estética fascista pero luego no se da cuenta de lo que ha escuchado, y tampoco se entera de la Expo-Facha que le han montado en el pabellón de deportes municipal. Era difícil no verla pero la alcaldesa es un alma pura que sobrevuela como Wendy por encima de los símbolos nazis, una “inocente” entre tanta maldad. Y como es lela del todo en el PP no le abren expediente por no darle el disgusto y a otra cosa alcaldesa. No sólo es que no le llaman a capítulo es que ni siquiera le mandan diez minutos de cara a la pared al rincón de pensar.
Montoro lleva una carrera sólida hacia la Academia de la Lengua porque maneja la sinonimia como Búfalo Bill el revólver y se queda tan pancho al decir que “los salarios no están bajando, están moderando su subida”, y lo dice del tirón sin reírse. No es fácil, pruebe usted a repetirlo ante el espejo mientras se afeita y ya me dirá lo qué le pasa. Montoro tiene una frase para cada día, si ayer era contra el cine español hoy tocaba ésta. El milagro que asombra al mundo es él, sin duda.
Lo suyo es rodar una película surrealista en Quijorna con la alcaldesa y Montoro. Una película ambientada en la guerra civil con Montoro caracterizado de Luis Ciges, y en el reparto también Ana Mato y Fátima Báñez. Sería una película de las que le gustaran al Ministro de Hacienda, con un estreno en condiciones reabriendo algún cine de La Gran Vía, si es que queda alguno que se pueda adecentar.
Al final la crisis del cine español no sería de argumentos o de actores, la clave está en Quijorna, cuna del surrealismo español que tantas veces nos ha ayudado a remontar el vuelo cuando la tristeza nos ha rodeado en forma de crisis galopante, tanto económica como de humor.

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