Rubalcaba y Eugenio

(“Las Provincias“/VOCENTO, martes 8 de octubre 2013)

Ni las encuestas le pintan bien, ni su figura se presta a ser ídolo de masas, ni sus varones le siguen el discurso. Hay veces en las que Alfredo Rubalcaba recuerda al humorista Eugenio cuando salía a escena subido a un taburete, sin mover un músculo, y provocando la risa antes de la primera calada al cigarro. La semana pasada Susana Díaz se consagró en Madrid al reconocer que Zapatero se había equivocado al plantear que admitiría todo lo que viniera escrito desde el parlamento catalán, al menos una voz autorizada en el PSOE reconocía errores de un pasado en el que de nuevo estaba Rubalcaba. Y con Carme Chacón vigilante desde Miami, y Patxi López en el norte, puede afirmar que en tierras de sus conspiradores nunca se pone el sol.
Lacomparecencia de Rajoy en agosto para hablar de Bárcenas le dejó seco, había amenazado con presentar una moción de censura pero aquello se diluyó entre las vacaciones y la Operación Salida. Desde el PP le retaban porque la moción además de una mayoría cualificada exige un programa alternativo y la presentación de un candidato, ahí no las tenía todas consigo. Desde el PP le hicieron oposición y él prefirió no entrar en el cuerpo a cuerpo que tan mal le pintaba. Otro paso atrás al que se unía su incapacidad de coordinar la hora con el PSC de Pere Navarro siempre dispuesto a decir adiós antes que a avenirse a las doctrinas de Ferraz. El resultado es un panorama pobre para un candidato que aspira a suceder a Rajoy, y que en su reunión con los libreros y editores les planteó que no aplicaran la reforma educativa de Wert porque cuando él llegara la iba a derogar. Le miraron con cara de extrañeza, como si un niño dijera que cuando fuera mayor le cortaría la cabeza al dragón.
Las posibilidades de que se convierta en el hombre que suceda a Rajoy en la Moncloa son bastante remotas en este momento, salvo cambalaches y apoyos que se puedan dar porque la política tiene mucho de geometría de billar. Nunca otro líder de la oposición lo ha tenido mas fácil para construir un discurso alternativo pero si la economía repunta y con ella el optimismo lo va a tener difícil hasta entre los suyos.
También fue un error pensar que los chanchullos de Bárcenas iban a mermar la confianza del votante del PP, o en todo caso lo puede haber hecho también entre votantes del PSOE que trazaran líneas paralelas con el latrocinio de los ERE de la Junta de Andalucía que obligaron a Griñán a dimitir. Ninguno de esos factores ayudan a crear una imagen de líder alternativo que genere ilusión y pueda plantear una sólida estrategia a corto plazo. De momento el PSOE parece instalado cerca de una plataforma de gas que no termina de temblar en una actividad sísmica encadenada, y así no hay quién esté tranquilo porque el suelo de Ferraz todavía pueden aparecer nuevas grietas. Mientras, Eugenio vestido de negro contempla la escena desde el piano bar de enfrente.

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