Vergüenza

(“La Gaceta de Salamanca“, domingo 6 de octubre)

El Papa Francisco ha expresado en alto lo que muchos hemos experimentado con cada noticia de la inmigración, ese gran negocio. El Papa lo decía por el naufragio frente a Lampedussa, donde se un hundido el “Titanic” de los pobres, pero lo mismo podemos experimentar cuando cientos de inmigrantes imitando una película de zombis pero sin Brad Pitt quieren llegar a Melilla. Digo negocio porque los que llenaron la barca rumbo a Lampedussa tienen la misma catadura moral que los que operan en Marruecos. Y tan sinvergüenzas son que llevan unos días sin enviar oleadas de subsaharianos, no tanto porque la gendarmería marroquí haga algo, (nada hace), si no porque España les habrá pagado para que no traigan mas. Y que nadie se escandalice porque es una práctica habitual, aquí se pacta con los piratas sean de Somalia o vivan en Nador, es la diplomacia llevada por otros medios.
Vergüenza de Papa es la crónica del indigente polaco que ha muerto en un albergue sevillano después de que le dieran el alta en el Hospital “Virgen del Rocío”. Pesaba lo mismo que un niño de siete de años, era una radiografía de sí mismo que cruzaba los puentes del Guadalquivir sin que nadie se fijara en él, ni vecinos ni asistentes sociales. Vergüenza ciudadana deberían tener las instituciones sociales que manejamos. El titular gráfico sería: muere en España, en 2013, un hombre que pesaba lo mismo que un prisionero de Austwicht.
Los vecinos siempre con prisa no vieron al polaco, el médico de guardia siempre con prisa le dio el alta a las dos de la madrugada, en el albergue siempre con prisa querían darle un caldito pero desfalleció en la cola y murió porque no tenía fuerza para tirar de sí mismo. En Sevilla están acostumbrados a ver pasar imágenes de cristos yacientes en semana santa pero esta vez no cayeron en la cuenta. Nadie se fijó en él, nadie pensó que le podía hacer falta un bocadillo. Ahora muerto el inmigrante polaco la pelea política entre la Junta y el Ayuntamiento queda abierta, en vida les interesó un comino pero muerto puede ser un arma arrojadiza.
Vivimos rodeados de vergüenzas, algunas mas llevaderas que otras, a la mayoría no les ponemos cara porque llegan a los telediarios metidos en bolsa de plástico que se acumulan en el muelle de un puerto. El salto mundo rico/mundo pobre es tan brutal que Lampedussa será una tragedia que se volverá a repetir, igual que los asaltos a la frontera de Melilla, (los mafiosos son inagotables pidiendo dinero, son los nuevos mercaderes de esclavos). La vergüenza también se agota cuando el horror se vuelve cotidiano.

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