Se vende Portugal

(“El Boletin“, miércoles 5 de febrero 2014)

A algún político de mente creativa se le ha ocurrido que vender cuadros de Miró en poder del estado portugués sería un buen negocio y así lo han decidido. Portugal se deshace de ochenta y cinco cuadros del artista catalán para tapar una parte mínima de su agujero negro, pero quizá sólo estemos ante el principio porque puestos a vender el Estado cualquier palacio es susceptible de acabar convertido en un hotel con encanto.
De momento la sala Christies ha suspendido la subasta porque cree que está llena de trampas legales pero la idea sigue en marcha, lo siguiente que nos podríamos preguntar es qué pasaría si en España a alguien se le ocurriera subastar cuadros de Velázquez para pagar la deuda. Sólo con la pregunta entran escalofríos pero si nos detenemos a pensar ya hay partes del país que las tenemos cedidas a otras nacionalidades para que hagan lo que les dé la gana, caso de Mallorca dónde ingleses y alemanes campan por sus calles con la imprudencia del beodo, y si aparece la policía local les echan a gorrazos porque aquella tierra es suya. ¿Qué pasaría si Wert dijera que a partir de ahora nuestra pinacoteca nacional pasara a llamarse Museo Sony del Prado? No veo a la turbamulta echándose a la calle, otra cosa es que vendieran un club de fútbol, en ese caso se monta la de San Quintín.
Especular con el patrimonio nacional no es una idea nueva que se le haya ocurrido a un iluminado. El antecedente es el Tratado de París de 10 de diciembre de 1898 en el que España cede Puerto Rico a Estados Unidos como compensación por los gastos de guerra y, además, le vende Filipinas por veinte millones de dólares. Es decir que hace apenas cien años de la última vez que tuvimos que “soltar lastre” para no hundirnos en el agujero negro de una crisis.
Atentos a la jugada de Portugal por si el ejemplo cundiera aunque puestos a elegir España tiene una importante representación de tertulianos, rosas y políticos, que podrían ser vendidos sin problema. Esos tertulianos lo saben todo, da igual lo que se trate en la mesa, pueden ser de gran utilidad para el país que los compre; será una lástima deshacernos de ellos pero podremos ocupar su hueco de alguna manera aunque no sea lo mismo quedarnos sin la princesa del pueblo o sin Pilar Rahola. Quién algo quiere algo le cuesta.

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