Misterios aéreos

(“OTR“/EUROPA PRESS, miércoles 26 de marzo)

La desaparición de un avión comercial en aguas del Índico con 227 pasajeros deja abiertas considerables incógnitas para la aviación civil, la primera de ellas cómo se puede perder la pista de un 777 durante quince días. Esas incógnitas irán a una comisión de expertos y de sabios en material aeronáutica, lo que me preocupa son los miedos y las dudas que provocan en los demás, entre los pasajeros, que con más miedo que certeza nos subimos a un avión para poner nuestras almas al servicio de la tecnología punta.
Me consta que según todos los estudios el transporte aéreo es más seguro que subirse a un burro-taxi de Mijas pero accidentes como los del vuelo de Malaysia Airlines o el de Air France que partió de Río de Janeiro sin llegar a París, levantan pánicos. La pericia de los tripulantes, la formación de los pilotos, el alto grado tecnológico de los aviones son dignos de elogio pero cuando la máquina se equivoca o nos topamos con la furia de los elementos entonces apañados vamos. También se le llamó “Armada Invencible” a un experimento que acabó roído por los gusanos.
No seré yo quien encabece la lista de los valientes cuando tienen que subir a un avión, de entrada me escama que al edificio aeroportuario se le llame “terminal”. He leído todo lo que ha caído en mis manos acerca de volar sin miedo y me he subido a un simulador de cabina que se movía peor que un potro salvaje. A pesar de que repaso de memoria que nada hay más seguro que un avión no deja de entrarme cierta duda cuando el comandante aprieta motores y lanza ese lacónico mensaje: “entrando en pista para despegue, buen vuelo”. Es ahí cuando lo imagino repasando la foto de sus hijos que llevará pegada al salpicadero de mandos con un imán y bajo aquella leyenda: “papá no corras”. A partir de ese momento cualquier expresión rara de una azafata la interpreto como síntoma de un problema cuando puede tratarse de que le apriete un zapato. Hace años en un vuelo interno en Brasil escuché como los pasajeros aclamaban al piloto al tomar tierra, por supuesto que me uní a ese coro de entusiastas.
La idea de que un Boeing haya estado desaparecido quince días no ayuda a la calma del pasajero, ¡caramba que es un 777 no una maleta roja como las que llevamos todo el mundo! En España, a otra escala, allá dónde llega el AVE se han reducido vuelos, y eso que en un trayecto Madrid-Málaga debe ser difícil perderse, (salvo que aterrices en el aeropuerto de Ciudad Real).
Esta vida está llena de misterios, lo importante es no acabar protagonizando uno de ellos por la cuenta que nos trae.

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