El cholismo

El Cholo Simeone viste de oscuro para ocultar sus alas blancas, la vida le sonríe porque ha devuelto la ilusión colectiva a un equipo que tradicionalmente las ha pasado peor que Noé con olas de fuerza cinco. Anoche demostró en el Calderón que sabe dirigir al once en el césped pero que a su vez controla la presión de una grada a la que mantuvo de pie hasta el pitido final. Simeone no es Von Karajan, es mucho más que un director de una sinfónica, estamos ante un cruce de ex jugador humilde con alumno aventajado de Sun Tzu, todo un mariscal de campo al que ya puede ir encargando Cerezo una estatua ecuestre para colocar en las inmediaciones del estadio.

Se puede ganar con rabia y luego despreciar al rival hasta la humillación pero conseguir que la afición contraria te aplauda es algo muy extraño, en fútbol no lo había visto nunca. El cholismo se coló también en la grada en la que estaban los seguidores culés que reconocieron la victoria y que no se sintieron arrinconados en razón de sus colores. En otros estadios enseguida crujen los insultos contra Cataluña pero en el Calderón se respeta al rival y se le ataca con motivos deportivos. Los Atlético-Barça son partidos hermosos desde siempre; abiertos, totales, emotivos, llenos de genio. Anoche no ganó la mejor plantilla si no el mejor estratega como dijo Simeone. Un buen general sabe sacarle partido a los recursos que tiene y engañar al enemigo con cañones de cartón que supongan una superioridad falsa pero que impresione.

No se sabe hasta cuándo llegará el estado de gracia del equipo, (hasta aquí hemos soñado), pero sólo con la temporada que lleva es suficiente para ser recordado como uno de los mejores momentos colchoneros.

Soñar sólo está al alcance de los inteligentes, el resto ronca. Y el cholismo no ha encontrado techo a sus sueños. Mientras sea con humildad y no creyéndose el culo del mundo podremos disfrutar de noches mágicas. Nadie le pone puertas a la felicidad, es autónoma, por eso atrae.

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